Mérida (México), 12 nov (EFE).- Manos pequeñas en positivo y negativo, un glifo como una especie letra E boca abajo y siluetas que adquieren formas extrañas forman parte del mosaico de una pintura rupestre que se encuentra en uno de los tres cenotes de la Hacienda Kampepén, en Homún, municipio del estado de Yucatán, sureste de México.
Cada día turistas nacionales e internacionales acuden a visitar el lugar cautivados por los dibujos que los mayas prehistóricos plasmaron en las paredes.
“Hace unos cinco años vino personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a verificar las pinturas, entraron a explorar la cueva y confirmaron que las pinturas son muy, muy antiguas”, dijo a EFE Gabriela Chin Chan, guía de turistas de la exhacienda que el próximo año cumplirá dos siglos de pie.
Para llegar al cenote Kixné, el visitante camina más de medio kilómetro, “pero vale la pena porque en el interior hay un tesoro invaluable que pocas veces tenemos oportunidad de ver”, dijo a EFE la turista Araceli Alcántara, una maestra de la ciudad de Monterrey, norte de México.
Para los visitantes, la pintura rupestre fue un plus, “sólo veníamos a nadar en los cenotes de esta hacienda y nunca imaginamos este tesoro maya”.
Para Verónica Torres Rivas, directora general del lugar, las pinturas y huellas son bellas por su forma y color, “pero aún no sabemos el significado real”.
“Lo que se sabe, es que los mayas plasmaron las ceremonias de transición de niños a jóvenes o de jóvenes a sacerdotes”, explicó a EFE.
Las improntas se ven perfectamente en una pared central del cenote Kixné semicerrado de la Hacienda Kampepén, “pero hay más de 100 dibujadas entre las rocas que rodean la cueva, es como si enmarcaran el legado de los mayas prehistóricos”.
Algunas pinturas están muy escondidas entre la doble pared de las rocas y otras han sido cubiertas por un moho verde-azul y las raíces, otras más adquieren formas extrañas con la piedra erosionada.
HUELLAS EN LA PENÍNSULA DE YUCATAN
El arqueólogo Sergio Grosjean Abimerhi, director de la Expedición Grosjean, y su equipo de trabajo han descubierto en el municipio de Homún y otras partes de Yucatán y Quintana Roo cuevas con pinturas rupestres que se encuentran a varios metros debajo de la tierra, la más reciente fue en 2018.
La pintura está en una roca de aproximadamente 15 metros de largo y cinco de alto.
“Esas improntas son de las más importantes que se han descubierto hasta la fecha en la Península de Yucatán, porque tienen aves, mamíferos, una cruz, figuras geométricas, formas humanas, como la de un guerrero, y manos en negativo y positivo”, manifestó a EFE.
En las comunidades de Káua y Akil personal del INAH ha verificado petrograbados difíciles de descifrar, así como en otros sitios del sureste de México.
En las cuevas de Huachabí, ubicadas cerca de la zona arqueológica de Miramar, en el municipio de Hopelchén, Campeche, se descubrió en 2018 un muro de piedra con más de un kilómetro de extensión con improntas de extrañas y bellas figuras.
Además, en ese lugar encontraron cerámica que pertenece a los periodos Clásico Temprano (200-600 d.C.), Clásico Tardío y Terminal (600-1050 d.C.) y Posclásico (1050-1521 d.C.).