Los Ángeles, 27 dic (EFE).- La vida silvestre “se está quedando sin espacio”, por lo que es urgente trabajar duro en 2023 para restaurar las áreas naturales en las ciudades, advirtió la ambientalista Beth Pratt tras la reciente muerte por atropellamiento de un popular puma que logró vivir una década en las montañas de Hollywood.
“Debemos dejar de pensar en nuestras ciudades, pueblos y patios traseros como espacios prohibidos para la vida salvaje”, dijo a EFE Pratt, directora de la National Wildlife Federation en California.
Recalcó que la vida silvestre se está quedando sin espacio debido a la expansión de las ciudades, problema que cobró interés nacional e internacional tras el deceso de P-22, un puma que se hizo famoso por viajar a través de dos congestionadas autopistas californianas.
“Él nos cambió a nosotros”, dijo Pratt sobre el icónico puma, que hizo del Parque Griffith de Los Ángeles (California) su hogar durante más de una década.
Rodeado de una jungla de cemento, P-22 se convirtió en un símbolo de la disminución de la diversidad genética de animales atrapados por el desarrollo urbano.
Pratt lo bautizó como el “Brad Pitt de los leones de montaña”, ya que era atractivo, enigmático, pero desafortunado en el amor pues se encontraba sin pareja.
El puma tuvo que vivir en el espacio de ocho millas cuadradas que alberga el letrero de Hollywood, cuando los machos de esta especie (Puma concolor) típicamente viven en un área de 150 millas cuadradas.
Su fama creció cuando se convirtió en la “inspiración” para la construcción del puente para animales silvestres “más grande del mundo”, que fue inaugurado en abril pasado y permitirá a grandes felinos, coyotes, venados y serpientes, entre otros, cruzar sin riesgo de atropellamiento sobre una autopista de 10 carriles a las afueras de Los Ángeles.
Pratt enfatizó que P-22 “aseguró un futuro para toda la población de pumas en las montañas de Santa Mónica”, lugar que lo vio nacer.
“También mostró a todo el mundo que las personas y la vida silvestre pueden coexistir. Incluso en la ciudad que nos dio el Carmaggedon (combinación de las palabras en inglés para automóvil y Armagedón), donde pensábamos que lo salvaje había sido desterrado hace mucho tiempo, P-22 nos recordó que aún la vida silvestre está aquí”, agregó la ambientalista.
EL FINAL DE P-22
P-22 fue capturado a principios de diciembre en el patio trasero de una casa a donde llegó muy enfermo. Aunque se esperaba que pudiera ser tratado y enviado a un santuario, los exámenes confirmaron que había sido atropellado por un vehículo que le lesionó el ojo derecho y dañó varios órganos.
A esto se sumó que el felino tenía enfermedades preexistentes que incluían problemas renales, pérdida de peso crónica y una infección parasitaria extensa de la piel, entre otros padecimientos, lo que llevó al Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California (CDFW) a tomar la decisión de aplicarle la eutanasia.
La decisión cayó como balde de agua fría para los ambientalistas y angelinos que seguían la historia de P-22. Los veterinarios le permitieron a Pratt despedirse del puma, por el que había abogado durante más de una década pero al que no conocía.
“Me senté cerca de él, lo miré a los ojos durante unos minutos y le dije que era un buen chico. Le dije cuánto lo amaba, cuánto lo amaba el mundo. Y le dije que lamentaba mucho que no hiciéramos del mundo un lugar más seguro para él. Me disculpé porque, a pesar de todo lo que yo y otros que lo cuidaban hicimos, le fallamos”, relató Pratt.
P-22 fue sacrificado el pasado 17 de diciembre.
El CDWF advirtió que “la situación no es culpa de P-22 ni del conductor que lo atropelló; más bien es una eventualidad que surge de la pérdida y fragmentación del hábitat, y subraya la necesidad de una construcción cuidadosa de cruces de vida silvestre y espacios bien planificados que brinden espacio para que los animales salvajes deambulen”.
Desafortunadamente, alrededor de 300.000 animales silvestres anualmente se ven involucrados en colisiones en las carreteras de Estados Unidos, según la Administración Federal de Carreteras.
Pratt sostuvo que P-22 seguirá siendo “un icono” y el rostro de la campaña para garantizar espacios conectados para la vida silvestre. “Aunque haya fallecido, en esencia se ha convertido en un triste mártir de la causa”.
En su despedida la ambientalista dijo esperar que P-22 encuentre “bosques interminables sin un automóvil o una carretera a la vista y donde abundan los ciervos, y espero que finalmente encuentre la pareja que su existencia en el Parque Griffith le negó toda su vida”.