México, 12 mar (EFE).- La mexicana Viridiana Álvarez intentará convertirse en mayo en la décima mujer en subir el Everest sin oxígeno suplementario y aunque lo hará con riesgo de congelación y de edema en el pulmón, lo asumirá como una manera de hacer honor al acto de vivir.
“Amo la montaña pero no le doy mi vida”, aseguró este domingo en entrevista a Efe la deportista, que incluirá su nuevo reto como parte de un sueño mayor: convertirse en la primera latinoamericana en subir las 14 montañas de más de 8.000 metros.
Álvarez trabajó durante una década detrás de un escritorio; a los 28 años empezó a practicar deportes y después de correr carreras largas, concursar en triatlones y en competiciones de ciclismo, a los 30 subió el Pico de Orizaba y quedó hechizada por el alpinismo.
Desde 2015 ha completado ocho de las 14 montañas más elevadas, se convirtió en la primera latinoamericana en subir el K2, la segunda más alta del mundo. En el 2020 recibió el World Guinness Record por subir las tres más altas en el menor tiempo: 364 días.
“Ahora enfrentaré riesgo de congelación, de edema pulmonar y cerebral. Estaré en el límite de conocerme y será importante saberme escuchar y que los pensamientos vengan del lugar correcto, no del ego o el miedo”, explica.
En estos días, Viridiana cumple un proceso de acondicionamiento físico y desde abril hará en Nepal una aclimatación larga, a mucha altura sobre el mar para acostumbrarse a vivir sin oxígeno suplementario.
“Me encantaría celebrar en el Everest mis 40 años, los cumplo el 15 de mayo, época de temporada de ascensos; la vez anterior subí el 15 y llegué el 16”, confiesa.
Es una mujer fuerte, obsesionada en empujar los límites, sin embargo, asume que la única manera de salir adelante en sus retos es enfrentarlos con humildad porque de lo contrario le puede costar la vida.
“Participo en la ceremonia budista que se llama ‘La puja’, en la que pedimos a la montaña y a los dioses. Soy católica, pero estoy abierta a respetar; en esos lugares uno queda vulnerable; allí ves gente morir y es importante la humildad”, dice.
Viridiana sabe que la clave de todo estará en entrenarse con actitud monacal, pero posee una espiritualidad, un respeto a sus antepasados y una filosofía basada en el respeto a la naturaleza, a la montaña.
“Tengo mantras. ‘No sé si lo voy a lograr pero al menos lo voy a intentar’, es uno de ellos; es importante para mi pararme frente a la montaña con humildad; desde mi primer ascenso, llevo el rosario de mi abuela María Esther, una manera de pedir a mis ancestros”, confiesa.
Después de su ascenso al Everest en condiciones duras, la mexicana reanudará su propósito de cumplir los 14 ‘ochomiles’, algo que solo han hecho tres mujeres, la española Edurne Pasaban, la austríaca Gerlinde Kaltenbrunner y la italiana Nieves Meori.
“Voy a la mitad del camino. Me faltan Cho Oyu y Shisha Pangma, en China, y cuatro montañas en Pakistán: Nanga Parbat, Gasherbrum I, Broad Peak y Gasherbrum II.
-¿Ve este nuevo reto como una forma de echarse un pulso con la muerte?
-Para mi es todo lo contrario. Será echarme un pulso con la vida; en la montaña es donde más valoro la vida; yo me enfoco en vivir, no en como morir.