Nueva York, 9 ago (EFE).- Uno de los más firmes aliados con que Estados Unidos cuenta en la región del Sahel es uno de los generales que han protagonizado el golpe de estado en Níger, según cuenta hoy el rotativo Wall Street Journal.
Se trata del general de brigada Moussa Salaou Barmou, al que EEUU “ha cortejado durante treinta años”, dice el diario, invitándolo a la prestigiosa Universidad de Defensa Nacional en Washington, y que en estos momentos podría jugar un papel clave en unas eventuales negociaciones para que los golpistas liberen al presidente depuesto y dejen el poder.
Sin embargo, las primeras señales no están siendo fáciles: la vicesecretaria de Estado estadounidense Victoria Nuland se reunió el lunes con Barmou en unas conversaciones que ella calificó de “extremadamente francas y por momentos muy difíciles”, sin lograr ninguna concesión por su parte, ni siquiera poder visitar al presidente depuesto Mohamed Bazoum.
El propio Barmou, interrogado por el WSJ días atrás por el riesgo de perder la asistencia militar por parte de Estados Unidos -en forma de ejercicios conjuntos, provisión de drones y asesoría en general-, respondió de forma tajante: “Si ese es el precio a pagar por nuestra soberanía, que así sea”, dijo.
Estados Unidos tiene a 1.100 soldados en territorio nigerino, compartiendo cuarteles precisamente con las tropas de élite bajo mando directo hasta hace unos días de Barmou; además, ha invertido unos 500 millones de dólares en ayuda a las Fuerzas de Defensa de Níger, incluyendo una base de drones en la ciudad de Agadez.
Durante años, Barmou ha sido vital en la estrategia estadounidense en el Sahel, ya que le permitió convertir a Níger en la plaza fuerte de la lucha contra el yihadismo en toda la región, y ahora este “estatus” peligra, al tiempo que se cierne la amenaza de que Rusia, a través del grupo Wagner, ocupe el vacío dejado por la retirada de tropas francesas y una eventual retirada estadounidense también.
Los estadounidenses lo han considerado siempre un aliado -el diario relata sus numerosas invitaciones a compartir cenas o celebraciones con mandos militares norteamericanos-, en un momento en que los nigerinos, como está sucediendo en todo el Sahel, se alejan de los franceses a los que acusan de actuar “por libre” en la región, sin coordinarse con sus gobiernos.
El tono relativamente moderado con que la diplomacia estadounidense se ha estado refiriendo a los golpistas en Níger parece indicar que Washington no quiere por el momento romper todos los puentes con ellos y que sigue confiando en la persona de Baroum para que no naufrague toda su estrategia antiterrorista en el Sahel.