Naciones Unidas, 6 jun (EFE).- Ucrania acusó este martes a Rusia de llevar meses preparando el terreno para la destrucción de la presa de Kajovka, en el río Dniéper, y de buscar ahora “culpar a la víctima por sus propios crímenes”.
“Este es un acto terrorista contra una infraestructura crítica ucraniana que busca causar el mayor número de bajas civiles y la mayor destrucción posible”, subrayó el embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, durante una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad.
Kyslytsya recordó que tropas rusas llevan más de un año controlando la instalación y subrayó que es “físicamente imposible” volar la presa desde el exterior.
“Fue minada por los ocupantes rusos y la hicieron estallar”, insistió el diplomático, que consideró que Rusia ha optado por una táctica de “tierra quemada” al “ser consciente de que el territorio capturado no les pertenece y de que no van a ser capaces de mantenerlo”.
El embajador ucraniano apuntó que la posible destrucción de la presa lleva tiempo siendo discutida por diplomáticos y medios rusos, “lo que indica que estaba planeada de antemano” y que Rusia, según dijo, quería culpar de ella a Ucrania.
Kyslytsya consideró como parte de ese esfuerzo una carta remitida el pasado octubre por Moscú a la ONU en la que se advertía sobre supuestos planes ucranianos para atacar la central hidroeléctrica de Kajovka.
Esa misiva fue recordada hoy ante el Consejo de Seguridad por el embajador ruso, Vasili Nebenzia, que responsabilizó a Kiev de la destrucción de la presa.
Sobre las consecuencias del incidente, el representante ucraniano dijo que hoy ya se había visto una subida de más de tres metros en el nivel de las aguas del Dniéper cerca de la ciudad de Jersón y calculó que la mayor extensión inundada se verá en un plazo de entre tres y cinco días.
Según aseguró, la margen izquierda del río -la zona controlada por fuerzas ucranianas- sufrirá “ocho veces más que la derecha”, con algunas localidades que podría quedar totalmente cubiertas por las aguas.
Además, advirtió de los problemas que se verán en el suministro de agua potable y que afectarán también a Crimea, la península ucraniana anexionada por Rusia.