Filadelfia (EE.UU.), 16 sep (EFE).- No son números que aumentan cada día, ni tampoco estadísticas que llenan artículos de periódico. Los muertos por arma de fuego en Estados Unidos tienen detrás una historia, una familia y un futuro truncado, que proyectos como “Souls Shot Portrait” intentan dignificar.
“Es una forma de llamar la atención de muchas personas que no piensan en el coste real de la violencia por armas de fuego”, cuenta a Efe Laura Madeleine, creadora de la iniciativa.
Hace seis años, harta de ver cómo la violencia se colaba por cada vez más rendijas de su ciudad, Filadelfia, decidió hacer algo al respecto y usó su profesión, la pintura y la curaduría de obras de arte, para dejar escapar su rabia.
Convocó a artistas y aficionados a la pintura y, a través de una organización de víctimas de la violencia, los puso en contacto con familiares de fallecidos, para que les contaran las historias de sus seres perdidos.
El resultado, retratos de lo más diversos que luego se exhiben en muestras que se organizan, a propósito, en “zonas donde vive gente rica, zonas donde la mayoría son blancos”.
“Con los retratos se busca crear una conexión, empatía, porque quienes visitan la muestra son personas que probablemente nunca piensen en los muertos, nunca saben lo que significa vivir en un área donde tienes miedo todos los días”, explica.
“Arte activista”, lo llama Madeleine, quien creó el proyecto inspirada por la obra del artista de Filadelfia Danny Heyman, que se dedicó durante meses a entrevistar a iraquíes liberados de la prisión de Abu Ghraib y pintarlos luego en retratos.
“Es diferente a ver titulares de periódicos o fotografías porque los detalles sangrientos tienden a hacer que las personas se cierren y no piensen en ello”, añade la pintora.
Así, las obras de “Souls Shot Portrait Project” (unas sesenta por año) no hacen referencia a detalles sangrientos, sino que se centran en “las vidas” para que “la experiencia de ver las exhibiciones sea agridulce”, pero no amarga.
Aunque los muertos no son cifras, son los números los que están haciendo saltar todas las alertas en ciudades como Filadelfia, la sexta más grande de Estados Unidos (1,6 millones de habitantes).
Según datos oficiales, este año ha habido 387 homicidios en la urbe –un 3 % más que en el mismo periodo de 2021-, la mayoría de ellos por herida de bala. A 14 de septiembre de 2022 había registradas 1.351 víctimas no mortales de disparos y 360 fallecidos.
Datos de la Policía de Filadelfia señalan que entre 2017 y 2020 el número de solicitudes de licencias de armas se mantuvo en una cifra cercana a las 11.000 por año, pero en 2021 se disparó hasta las 70.789.
El alcalde de la ciudad, el demócrata Jim Kenney, lleva años exigiendo a ambas cámaras del Congreso de Pensilvania, controladas por el Partido Republicano, que endurezcan las leyes sobre venta y control de armas, en uno de los estados con menos requisitos para comprar una pistola.
Pero el aumento de las muertes por arma de fuego no es exclusivo de Pensilvania. Según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), en 2020 (el último año del que se tienen datos completos) hubo un total de 45.222 muertes por arma de fuego, un 14 % más que un año antes, el 25 % más que un lustro antes y el 43 % más que una década atrás.
RETRATOS QUE DIGNIFICAN
En una de las últimas muestras organizadas por “Souls Shot Portrait Project” han participado artistas como la ilustradora Valerie Yoder, residente de Filadelfia hace más de 30 años, quien quiso usar sus habilidades “para traer algo de curación a las familias directamente afectadas”.
Dibujó el retrato de un joven afroamericano llamado Keshone, tras hablar con su madre, Lakesha Saunders, que fue descrito como un hombre lleno de color, un ser que iluminaba la habitación con su sonrisa. Y así aparece, sonriendo en un lienzo lleno de vivos colores.
“Espero que el proyecto ayude a la gente a establecer conexiones con las víctimas para entender que la vida de una bella persona se ha perdido y que es deber de la comunidad tomar acción para prevenir que le pase a alguien más”, apunta Yoder en el texto que acompaña a su retrato.
Los retratados aparecen en las obras contando algo de sus vidas, sus frases favoritas, su comida preferida, su deporte amado o sus seres queridos. Nada que haga referencia al motivo ni a los detalles de su muerte.
Es también, cuenta Madeleine, una manera de reconfortar a las familias, ya que la mayoría “no reciben la atención que merecen” por parte de los medios o autoridades y sí “muchas preguntas que tratan de culpabilizar a la víctima como ¿Por qué estaba su hijo o hija allí?”.