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Williams Viera | [email protected]
Fotos crédito: HOLA News | Norsan Media
Los días de verano quedaron atrás al igual que lo que decía la gente “vamos a comprar algo frío” cada vez que escuchaban el sonido de las campanas que cuelgan de los triciclos anunciando que se aproximaban.
Entonces, quienes los esperaban, mostraban, en sus rostros, una sonrisa de gusto. Los adultos, jóvenes o los de la tercera edad, eran transportados a la infancia, a recuerdos entrañables en esas tardes de calor que agobiaba y que los llevaban a hacer la siesta en sus países de origen.
No importaba la hora. Todos querían un sándwich de galleta y crema, ideal para lamer y morder. Ellos que eran los que llegaban a comprar los productos que tenían los carritos de helados no les parecía ninguna ordinariez pasarles la lengua una y otra vez mientras los saboreaban por los cuatro costados.
TRABAJO
Los inmigrantes son únicos cuando se trata de trabajar. Este es el caso de quienes pedalean durante meses cuando el calor es ‘insoportable’ buscando los clientes que laboran en la construcción, en la mecánica, en los almacenes que venden alimentos, teléfonos, repuestos para vehículos u otros sitios.
“Llevo cerca de dos años pedaleando por Winston-Salem, de sur a norte y viceversa”, dijo José Hernández Lorenzo, de 21 años de edad y natural de Guerrero, México.
HISTORIA
El helado, en Estados Unidos, ocupa un lugar destacado en su historia cultural y culinaria y en algunos momentos contribuyó a darle protagonismo.
Los inmigrantes más veteranos que llegaron a trabajar en las fábricas de helados cuentan que cuando el alcohol se volvió ilegal, las cervecerías, debido a la Ley Seca, se dedicaron a la producción de dulces congelados.
La Ley Seca estuvo vigente en territorio estadounidense entre enero de 1920 y diciembre de 1933 por medio de la Decimoctava Enmienda de la Constitución que prohibió fabricar, vender, transportar o importar bebidas alcohólicas. Su aplicación legal se hizo mediante la Ley Volstead que fue ratificada en enero de 1919. Con ella se imponían multas y penas de cárcel.
“Un familiar lejano contaba que su abuelo les hablaba de cuando salía a vender, en su triciclo, helados que eran consumidos, en gran escala, por bebedores de cerveza porque les daba energía para volver al trabajo”, dijo Marcos Zapata, a quien se le ve pedalear por aquellos sectores en donde se construyen casas en Greensboro y en otras ciudades cercanas.
¿NEGOCIO?
Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, sigla por su nombre en inglés) el consumo de helados bajos y sin grasa tuvo su mejor desempeño de 1986 a 2021. En ese periodo se pasó de 2.7 kilogramos por persona al año en 1986 a 2.9 kilogramos en 2021.
A pesar de la cifra referida, se asegura que al estadounidense ya no le gusta tanto el helado porque “sus gustos han evolucionado” en una época en la que las ventas por dólar han subido. Esto, en términos económicos, demuestra que la gente gasta más por menos.
La evolución en los tamaños va acompañada de un aumento en los tipos y en los sabores de los helados.
“Los gringos se acercan cada vez que escuchan las campanas. Los clientes que compran los helados me permiten ganar, cada día, entre $80 y $120 dólares o quizás un poco más”, dijo Hernández, al indicar que los sabores más solicitados son: limón, vainilla, nuez, coco y chocolate.
“Nosotros vamos a trabajar. Lo nuestro es un oficio que refresca y deja contentos a todos”, dijo Zapata, dueño de un triciclo que sube, en la parte de atrás y lo transporta, en una Ford-150 que tiene un motor de 5.4 litros.
Se estima que cerca de 1.5 millones de paleteros, inmigrantes en su totalidad, operan en territorio estadounidense.
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