Nueva York, 30 ene (EFE).- Normal Mailer (1923-2007), uno de los escritores que marcaron el siglo XX estadounidense, considerado creador del llamado “Nuevo Periodismo”, habría cumplido mañana cien años.
Su obra ha sobrevivido más o menos bien, pero su personalidad desbordante, su manía de meterse en todos los charcos y de estar siempre en el candelero tal vez no habría podido superar la tiranía de lo políticamente correcto y el escrutinio de las redes sociales.
“El éxito sabe la mitad de bien cuando no hay nadie que nos envidia”, dijo en un ocasión Mailer, que no pestañeaba cuando se comparaba a sí mismo con gigantes como Tolstoi o Dovstoievski.
Al morir, el New York Times le dedicó un extenso obituario que titulaba: “Normal Mailer, un escritor tan imponente como su ego”, en la que no omitía ninguna de las sombras que acompañaron a un autor que acaparó primeros planos durante seis décadas.
Obsesionado con el sexo, antifeminista, provocador, en ocasiones violento… Mailer fue durante años presencia segura en algunos de los debates televisivos más concurridos, gracias a que no tenía pelos en la lengua ni consideración por las víctimas colaterales.
UN FRUCTÍFERO PASO POR LA GUERRA
Mailer comenzó precozmente su carrera literaria, en el mismo instituto, donde cuentan que presentaba redacciones de 3.000 palabras para deshacerse de toda la prosa que intuía sería mejorable o prescindible en una larga carrera como la que de hecho llegó a tener.
En 1943 fue forzado a alistarse en la Segunda Guerra Mundial y enviado a Filipinas. Decía que se había alistado de voluntario para varias patrullas y que participó en algunas escaramuzas, pero lo que es seguro es que acabó de cocinero en un cuartel de Japón.
Mailer dijo que la guerra “fue la peor experiencia de mi vida, y también la más importante”, y de hecho le sirvió como argumento para escribir “Los desnudos y los muertos”, un bombazo editorial que le hizo vender un millón de ejemplares en un año y pasó a ser considerada una de las mejores novelas bélicas de todos los tiempos.
A esa le siguieron once novelas más, con temas tan variados como la infancia de Hitler, una dinastía egipcia, los manejo de la CIA en la Guerra Fría o la vida y muerte de un asesino, esta última con el título “La canción del verdugo”, otro éxito editorial que dio su segundo Pulitzer de ficción en 1989.
Con ser un novelista de éxito, Mailer despuntó más como guionista de cine, autor de teatro o periodista: fue como reportero donde rompió más convenciones y se saltó las barreras de ficción/no ficción para incorporar a sus reportajes fácticos elementos abiertamente literarios. Alumbró así, junto a Tom Wolfe o Truman Capote, el llamado Nuevo Periodismo que tanto triunfó en los años setenta y ochenta.
Algunos de estos extensos reportajes literarios -donde además él solía incluirse en tercera persona- triunfaron, en particular “Los ejércitos de la noche”, que describe la marcha de 1967 hacia el Pentágono por los activistas contra la Guerra de Vietnam y que alumbraba así un modelo nuevo de narrativa. También esa obra le valió un Pulitzer.
Pero no todo fueron alabanzas: su supuesta biografía de Marilyn Monroe estaba tan “ficcionalizada” que el exmarido de Marilyn, Arthur Miller, dio a entender que se trataban de “fantasías hollywodienses”. Que a Marilyn la hubiera matado una turbia conspiración del FBI con la CIA no se sostenía en ninguna prueba, y Mailer así lo admitió: “Especulé”, dijo.
ACTIVISMO Y VIDA PERSONAL
Nunca fue un autor encerrado en una torre de marfil, y de hecho se posicionó repetidamente contra las guerras de Vietnam o de Irak, y contra la prepotencia intrenacional de su país.
En 1980 se implicó en la defensa de Jack Abbot, un preso condenado supuestamente sin pruebas, y la campaña de Mailer logró su excarcelación bajo fianza (tal como había hecho Bob Dylan con un boxeador), pero al poco de salir, Abbot mató a puñaladas a un joven. Más tarde Mailer diría que era un episodio “del que no sentirse orgulloso”.
Más arrogante se mostró con el feminismo que comenzaba a cobrar fuerza en los setenta. “La revolución feminista -dijo- ha convertido a la mujer en ese tipo de hombre que a mí me entristecía cuando era joven, ese que tenía que trabajar de nueve a cinco de manera aburrida y nunca era dueño de su destino. Ahí es donde acabó su revolución, su asalto al poder”.
En un famoso debate en 1971, Mailer se encaró en público con la feminista Germaine Greer y se declaró enemigo de la planificación familiar. De hecho, tuvo nueve hijos de seis matrimonios.
No todos esos matrimonios acabaron bien: en 1960, en medio de una fiesta con abundante alcohol y drogas, Mailer usó un punzón con el que apuñaló a Adele Morales, su segunda esposa, y solo se libró de la cárcel porque Morales no lo denunció, ni siquiera se divorció de él hasta dos años después.
En la azarosa vida de Mailer no faltó siquiera la política, y en 1969 quiso disputar la Alcaldía de Nueva York en las filas del Partido Demócrata, pero no consiguió pasar las primarias. En su campaña, se distinguió por el secesionismo: propugnaba declarar a la ciudad de Nueva York el estado 51. Entre sus propuestas que no pasaron el filtro entonces, figuraba una visionaria prohibición del automóvil privado en todo Manhattan.