Denver (CO), 17 ene (EFE).- Tras el reciente anuncio de las autoridades de Denver de que se reducirá y quizá eliminará en las próximas semanas la ayuda para los miles de migrantes (la gran mayoría venezolanos) que llegaron a esta ciudad durante el último mes, los recién llegados buscan alternativas que resultan difíciles de encontrar en la actual crisis.
El alcalde Michael Hancock estima que en total llegaron a Denver desde El Paso, Texas, unos 4.000 migrantes que buscan asilo, 1.100 de los cuales siguen alojados en centros recreativos de Denver adaptados para ese propósito.
Pero Denver ya agotó los recursos y los fondos de su presupuesto para ayudarlos, y Hancock anunció la semana pasada que aquellos que aún se benefician con alojamiento en instalaciones municipales deberán dejar esos lugares en no más de dos semanas. Y todos los albergues de Denver se cerrarán el 27 de febrero.
La medida se tomó luego de que Denver gastase en un mes el presupuesto de ayuda comunitaria y servicios de emergencia de dos años, de que el Gobierno federal no enviase los fondos solicitados por la ciudad, y de que las organizaciones locales se viesen rebasadas en su capacidad de ayudar.
Además, el impacto de los 4.000 migrantes que llegaron a Denver resulta proporcionalmente mayor que los casi 40.000 que se dirigieron a Nueva York dado que la población de la capital de Colorado es de 720.000, contra 8,8 millones en Nueva York.
Y aunque Hancock indicó que los recién llegados serían tratados como “huéspedes” con alojamiento, ropa, comida y transporte a su disposición, explicó que el estado de emergencia en Denver, declarado hace un mes, no puede extenderse indefinidamente.
Denver se suma así a otras ciudades no fronterizas afectadas por la masiva llegada de migrantes a la frontera sur de Estados Unidos, muchos de los cuales luego son liberados en el interior del país.
“TRABAJAR EN LO QUE SEA”
“Tenemos muchos voluntarios que están ayudando a estos inmigrantes y ellos me dicen que estas personas quieren trabajar en lo que sea. Esa es su prioridad”, dijo a Efe Rodolfo Cárdenas, venezolano con una larga trayectoria en los medios de comunicación en Colorado.
“Pero no se trata solamente de conseguirles trabajo. Alguien tiene que ayudarlos a conseguir asistencia para que en su momento puedan alquilar un apartamento. Y necesitan ayuda para inscribir a sus hijos en la escuela”, agregó.
Aunque grupos como SOS Venezuela Denver y la Organización Papagayo (Comunidad Venezolana en Colorado) se han movilizado para conectarse con los venezolanos ahora en Denver, muchos migrantes no han accedido a ayuda o servicios “porque no tienen familia ni amistades ni amigos en Colorado u otros estados”, indicó Cárdenas.
La dirigente local María Duarte, mexicana, encontró a principios de mes a tres familias venezolanas (niños incluidos) durmiendo en el estacionamiento de un supermercado en el barrio hispano del oeste de Denver, sobreviviendo básicamente con las donaciones de los clientes del establecimiento.
Duarte acudió a las redes sociales para pedir alojamiento, comida y ropa para esas familias, solicitando a los donantes abstenerse de traer juguetes por considerarlos “no prioritarios” dada la situación de esas familias.
Con más suerte, otros 50 venezolanos encontraron alojamiento en un albergue de emergencia abierto por la Universidad Regis, institución jesuita al norte de Denver.
Pero a sólo una semana de haber abierto el albergue, Regis debe acudir a donaciones monetarias y no monetarias (ropa, comida) para mantenerlo abierto. Y aún no encuentra suficientes voluntarios bilingües para atender adecuadamente a los venezolanos.
Y tres hombres venezolanos (de unos 30 años) indicaron, al ser entrevistados recientemente por autoridades locales, que vinieron caminando desde Colombia para pedir asilo, pero que por falta de contactos y de entendimiento de las leyes estadounidenses terminaron viviendo en la calle frente a una tienda de conveniencia en el barrio hispano.
Los tres dijeron que creían que, debido a su experiencia laboral en su país de origen, les resultaría fácil encontrar trabajo en Denver, sin saber que primero debían obtener un permiso laboral y que, para ello, tenían que solicitar asilo o refugio.
“SITUACIÓN INHUMANA”
Sin embargo, según la Red de Defensa de Inmigrantes de las Montañas Rocosas (RMIAN, que ofrece ayuda legal gratuita a personas sin presencia legal en el país), un “importante número” de migrantes decidieron no solicitar asilo por temor a ser arrestados y deportados.
Por eso tampoco gestionan un permiso laboral, lo que limita sus posibilidades de acceder a un trabajo estable y con beneficios, corriendo el riesgo de recibir salarios o pagos por debajo de lo que establecen las leyes o incluso de no recibir pago alguno, exponiéndose a una situación “inhumana”, según RMIAN.
En tanto, SOS Venezuela Denver mantiene activa una campaña de recolección de ropa, mientras la Organización Papagayo acepta donaciones para su fondo de emergencia, enfocado en proveerles teléfonos prepagados y pases de transporte público local a los recién llegados para que “eventualmente lleguen a ser autosuficientes”.
Además, se les ayuda a planificar sus viajes para trasladarse a otras ciudades.
“Muchos venezolanos quieren irse a otras ciudades, quizá con la idea de que el lugar les resulte mejor. Pero estén aquí o en otro lugar, lo mejor que pueden hacer es ponerse en contacto con organizaciones que puedan ayudarles a establecerse”, remarcó Cárdenas.