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Ciudad Juárez (México), 16 ago (EFE).- En medio de la ola de violencia del crimen organizado que padece la región, la mexicana Liliana Moreno Holguín, del pueblo rarámuri, ha hecho historia como la primera mujer indígena en ingresar en las filas de la Policía del norteño estado de Chihuahua.
Ella es una joven de tez morena, con rasgos nativos de la región, firmeza en sus movimientos y seguridad al tomar el arma. De 21 años, pertenece a la comunidad tarahumara del municipio de Bocoyna, de la comunidad de Creel.
Creció con imágenes de mujeres y niños golpeados en su comunidad, enclavada en las zonas más altas de la Sierra Madre Occidental, que en esa región se conoce como Sierra Tarahumara.
La violencia, la discriminación y el clima de adicciones que atestiguó desde los primeros años de su vida la hicieron tomar la decisión de convertirse en policía.
“Había tenido discriminación en otros trabajos, perdí muchas oportunidades porque no decía nada, y llegó el tiempo que ya no me quería dejar”, declaró la mujer a Efe.
Ingresó a las filas de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE) en marzo del 2021 y en ese momento fue seleccionada para integrar el grupo de la Policía de Proximidad, en donde actualmente labora.
UN MOMENTO DE CRISIS
Esta mujer indígena hace historia mientras Chihuahua acapara la atención internacional por los hechos violentos en Ciudad Juárez, donde la semana pasada un grupo criminal provocó un motín en una cárcel que dejó dos reos muertos y después mató a otras nueve personas en ataques públicos a la población.
Chihuahua es además el sexto estado con más homicidios absolutos del país, con 929 en la primera mitad del año.
Pero este ambiente de violencia no detuvo a Moreno Holguín.
“Por superación personal, es uno de los trabajos para valientes, y como quiero ser valiente, decidí entrar”, relató.
Por ello, su historia es “un ejemplo” y una muestra de que los sueños se logran, dijo a Efe Simeón Esparza, subsecretario de despliegue policial de la Policía Estatal de Chihuahua.
Además, su presencia ha contribuido a mejorar la seguridad para la relevante población indígena de Chihuahua, con más de 100.000 pobladores originarios de cuatro principales pueblos: los guarijós, los pimas, los tepehuanos del norte y los tarahumaras, que se llaman a sí mismos rarámuris.
“Conocen su comunidad, conocen la cuestión geográfica”, añadió Esparza.
CONTRA LA PAZ Y EL ESTIGMA
En México, hay más de 23 millones de habitantes se consideran indígenas, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Pero los pueblos originarios afrontan la proliferación de la violencia y las disputas del crimen organizado.
En este contexto, Liliana Moreno también tiene el propósito de apoyar a su comunidad, quiere acercarse a ellos y darles charlas sobre alcoholismo y drogadicción, y busca que alcen la voz si sufren violencia.
“Sí me gustaría que hubiera un antes y un después, porque fue muy difícil lograr estar aquí”, recalcó.
En esta sinergia de preparación, de querer orientar y hacer conocer de sus derechos a su comunidad, busca seguir con su formación profesional y espera licenciarse en derecho, pero entretanto es consciente de la trascendencia de su rol actual.
“Yo desde niña decía que quería ser policía y mis padres están orgullosos de mi”, aseguró.
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