Washington, 23 ene (EFE).- “En el nombre de Dios, le pido que se apiade de la gente de nuestro país que ahora tiene miedo”. Con este ruego, la obispa Mariann Budde le robó el protagonismo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su segundo primer día como mandatario y acaparó la atención de todos los medios.
Budde (Nueva Jersey, 1959), la primera mujer en ser líder espiritual de la Diócesis Espiritual de Washington, fue la encargada de oficiar la ceremonia religiosa posterior a la toma de posesión el lunes del presidente del país. Tuvo lugar en la Catedral Nacional de la capital, una tradición desde 1993.
Antes de acabar la ceremonia, Budde, a la que algunos medios estadounidenses se refieren como “la obispa valiente”, se dirigió directamente a Trump para pedirle clemencia con las personas migrantes y del colectivo LGTBIQ+ que “temen por sus vidas” después de su llegada al poder.
“Hay niños transexuales tanto en familias republicanas como demócratas que temen por sus vidas. Y las personas que recogen nuestras cosechas y limpian nuestros edificios de oficinas”, añadió, “puede que no sean ciudadanos o no tengan la documentación adecuada, pero la inmensa mayoría de los inmigrantes no son delincuentes, pagan impuestos y son buenos vecinos”.
Según recogen algunos medios, Budde sabía desde antes de que se celebraran las elecciones de noviembre que su diócesis se encargaría de la misa posterior a la ceremonia de toma de posesión, y parece que desde que supo que el republicano volvía a la Casa Blanca se preparó para ello.
Crítica con Trump
Esta no era la primera vez que cargaba contra el magnate neoyorquino.
En 2020, cuando Trump era presidente en su primer mandato (2017-2021), le criticó tras una misa por George Floyd, el hombre afroamericano que murió asfixiado por un policía blanco y desató el movimiento 'Black Lives Matter' (Las vidas negras importan).
Budde denunció que Trump no mencionó a Floyd ni a “la agonía de las personas sometidas a esa horrible expresión de racismo y supremacía blanca”. “Necesitamos un presidente que pueda unificar y curar, y ha hecho todo lo contrario”, añadió.
Los abuelos maternos de la obispa eran suecos y su madre emigró cuando era joven. Es la pequeña de dos hermanas, está casada con Paul Budde y tienen dos hijos, Amos y Patrick.
Iba a la iglesia desde muy pequeña y pronto se introdujo en la comunidad religiosa. Cuenta en su autobiografía con la que se presentó a liderar la diócesis que tuvo una gran crisis de fe, pero que al final se acabó recuperando y a los 24 años fue aceptada para postular a las órdenes sagradas.
Desde bien pronto entendió la fe como algo más político y comprometido con la justicia. De hecho, pasó su primer año de matrimonio como voluntaria en una escuela-hogar para niños abandonados en Honduras.
Tras el servicio religioso, Trump calificó a la obispa de “desagradable” y le exigió través de la red Truth Social que se disculpara por lo que dijo, algo que Budde subrayó en varias entrevistas que no piensa hacer.
“No voy a disculparme por pedir misericordia para los demás”.