Redacción Deportes, 16 may (EFE).- Las zapatillas talla 55 sustentan los 221 centímetros con la misma serenidad con la que a sus 19 años Victor Wembanyama se apresta a dominar el “draft” de la NBA, el primer peldaño de su obsesión por convertirse en el mejor jugador de baloncesto del mundo.
La esbelta figura del jugador desafía con una asombrosa agilidad sus 234 centímetros de envergadura, al igual que su rostro adolescente desgrana una madurez inesperada y una determinación sin grietas para conseguir sus objetivos.
“Wemby”, como le han bautizado ya en Estados Unidos, aguarda con ahínco el salto a la NBA para proseguir su proyecto de carrera, el que siempre ha albergado este hijo de una familia de deportistas que desde muy niño cayó en la marmita del baloncesto ayudado por su físico prodigioso.
Nacido el 4 de enero de 2004 en Le Chesnay, una coqueta localidad residencial de las afueras de París, desde niño atrajo la mirada del mundo del baloncesto y no solo porque su talla era muy superior a la media.
Su madre, exjugadora profesional, profesora de gimnasia e hija de dos antiguos jugadores de los años en los que el baloncesto era poco más que un juego entre amigos, le inculcó el virus por este deporte.
Su padre, antiguo atleta de triple salto de origen congoleño, preparador físico de equipos locales de baloncesto y educador de niños en dificultades, se encargó de que el pequeño Victor tuviera siempre en cuenta que su peculiar físico precisaba de un cuidado específico.
La pasión y el entrenamiento dieron una mezcla que, con el paso de los años ha colocado a Wemby en el centro de todas las expectativas, a punto de convertirse en el primer francés elegido número 1 del “draft”, allí donde la gloria local Tony Parker solo pudo ser el número 28.
ALTAS EXPECTATIVASPocas veces un jugador había despertado tanta atención antes de cruzar el Atlántico. Solo el esloveno Luka Doncic protagonizó la portada de la célebre revista “Slam Magazine” antes de integrar el “draft” hasta que Wembanyama lo hizo hace unos meses.
Un símbolo de las esperanzas que pesan sobre las espaldas de este jugador que lleva años sorprendiendo por la rapidez y fortaleza con la que mueve su físico privilegiado.Con 8 años, cuando ya miraba desde lo alto de sus 170 centímetros a sus coetáneos, comenzó a jugar en el modesto de su pueblo, hasta que con 10 y casi 190 centímetros, integró el más desarrollado centro de formación del Nanterre, no lejos de su domicilio familiar.
LA EFÍMERA EXPERIENCIA BLAUGRANA
El desarrollo fue espectacular y muchas grandes escuderías del continente comenzaron a seguir sus pasos.
Entre ellas el Barcelona, con quien disputó un torneo de categorías inferiores en 2018, pero donde el exigente jugador, que ya rondaba los 210 centímetros, consideró que eran demasiado respetuosos con sus errores, lo que interpretó como un freno a su insaciable deseo de progresar.
Regresó a Nanterre donde en 2019, con solo quince años, debutó en la primera división y solo abandonó ese club en 2021 para pasar una temporada en el ASVEL de Tony Parker.
Allí no encontró el entorno que deseaba, el contexto en el que quería preparar su soñado salto a la NBA, por lo que tras un año regresó a su tierra de la mano del Metropolitans 92, siguiendo los pasos del seleccionador nacional, Vincent Collet, que ese mismo año dejó el Estrasburgo para fichar por este club que engloba las entidades más importantes del oeste de la capital francesa.
El cartel de Wemby y sus resultados deportivos han catapultado al club, que llena sin problemas las modestas gradas del Marcel Cerdan de Levallois, apenas 3.000 localidades que albergan a apasionados y curiosos de ver a la futura estrella planetaria.
Y que también se ha acostumbrado a acoger a famosos como el actor Michael Douglas, el exprimer ministro Lionel Jospin, el futbolista Randal Kolo-Mouani, el rapero Travis Scott o el “youtuber” Mister V.
Allí acumula actuaciones excepcionales y se ha convertido en el primer jugador de menos de 20 años en marcar más de 30 puntos en dos partidos.
En 2019 fue clave en la consecución de la plata sub-16 con Francia, que cayó en la final contra España. Igual trofeo logró en el Mundial sub-19, pese a que tenía dos años menos que la mayoría de los participantes, donde se quedó a dos puntos de derrotar a Estados Unidos en la final.
El seleccionador le convocó con la absoluta para el Eurobasket de 2022, pero fue baja por lesión, aunque se sacó la espina unos meses más tarde en un duelo de calificación para el Mundial de 2023, con un debut frente a Lituania en el que firmó 20 puntos y 9 rebotes, antes de igualar dos partidos más tarde el récord de rebotes con la selección, 17, en un duelo ante República Checa.
Ese mismo año, una gira de dos partidos en Estados Unidos con su club le colocó en el disparadero de buena parte de las franquicias, que consideran que hacerse con sus servicios puede aumentar su valor hasta en 500 millones de dólares su valor.
Considerado un “extraterrestre” por Le Bron James, ensalzado por futuros rivales o compañeros como Giannis Antetokoúnmpo, Stephen Curry o Kevin Durant, Wemby trata de conservar la cabeza fría.
“Sé que no tengo la vida normal de una muchacho de mi edad, pero es lo que he querido y me he preparado para ello. En la vida hay que esperar que a uno le venga lo que merece (…) Si me afectaran las emociones significaría que mi mentalidad no está a la altura de mi baloncesto”, afirma.
Desde hace un tiempo, su esbelta figura no se deja ver fácilmente en lugares públicos, por miedo a ser asaltado por una masa deseosa de fotografiarse con él.
Pero la joven estrella asegura que no ha cambiado sus costumbres, que sigue dibujando, una hábito que heredó de su madre, y que espera a instalarse en Estados Unidos para volver a dar rienda suelta a su pasión por montar legos, que aguardan en cajas por miedo a que se destrocen en la mudanza.
Y es que, pese a que media Francia quiere contactarle, guarda en un cajón su teléfono cuando se sienta a cenar y no lo consulta hasta el día siguiente. Por miedo a que le quite tiempo para la lectura, su otra gran aventura.
Luis Miguel Pascual