Lahaina (EE.UU), 22 ago (EFE).- Cientos de rescatistas procedentes de distintos estados de EE.UU. trabajan a destajo en Lahaina, en la isla de Maui, para buscar a cerca de mil desaparecidos entre las cenizas y las pocas estructuras que se mantienen en pie, ayudados por perros y otros medios tecnológicos en un terreno completamente calcinado.
Las autoridades locales de la isla advierten a la población general que deben limitar las actividades al aire libre por las altas temperaturas, sin embargo la labor de los rescatistas no da tregua ante la mayor tragedia de la historia de Hawái.
Camiones de bomberos, vehículos de carga y grúas entran y salen constantemente por el único acceso a la devastada Lahaina, el cual es vigilado a toda hora por policías y militares para que ingresen únicamente los profesionales de búsqueda.
Junto a ese acceso, decenas de voluntarios y parte de los 3.000 miembros de la Cruz Roja que se trasladaron a Maui trabajan en el centro de acopio y distribución de víveres más grande de la isla donde constantemente llegan familias damnificadas a recoger artículos de primera necesidad.
Del otro lado, alrededor de 680 miembros del Ejército y 156 de la Guardia Costera se encuentran trabajando de manera activa. “Son equipos de búsqueda y rescate urbano, tenemos múltiples líneas de esfuerzo, es una experiencia muy traumática que la comunidad aún enfrenta”, detalla vía telefónica el alcalde de Maui, Richard Bissen.
“Hace mucho calor, es muy húmedo. Son condiciones muy desafiantes y el daño es bastante significativo en el área afectada. Eso también tiene un costo emocional para los socorristas”, agrega Bissen.
Además del personal militar, han llegado a Maui 300 integrantes de equipos urbanos de búsqueda y unos 40 perros especializados en rescates provenientes de varios estados.
Una de estas unidades caninas (formadas por un perro y su guía o entrenador) es la de Sylvia Arango y Freya, una “golden retriever” de cuatro años y medio que “busca a personas desaparecidas que los humanos no pueden encontrar”, dice Arango.
La entrenadora, de 65 años, pertenece a un grupo de búsqueda del sur de Florida desde 1998, y Freya obtuvo su certificación como rescatista hace dos años y medio.
“Estos perros están entrenados para identificar olores, contrario a los humanos que centramos la búsqueda al sentido de la vista, así nos complementamos. Si Freya encuentra un humano, con vida o algún cuerpo, nos alerta a través de un ladrido”, detalla Arango en entrevista con EFE.
Enfundada en un chaleco color azul, con zapatillas para proteger sus patas y gafas protectoras que evitan que la ceniza entre en sus ojos, Freya corre por las estructuras dañadas en búsqueda de cuerpos.
Se trata de la tercera misión de su carrera, el año pasado esta perra participó en el rescate de personas tras el paso del Huracán Ian por el Caribe y en el derrumbe del edificio Surfside en Miami.
Sylvia Arango hace una pausa para recordar que en este tipo de situaciones tiene que dejar de lado la parte emocional y sentimientos para poder ser lo más efectiva posible.
“Yo me dedico a esto desde hace 25 años pero yo no soy bombero, soy una maestra jubilada. Para mí es muy gratificante si puedo traer a alguien de vuelta a casa junto con mi compañera Freya, que también es mi terapia para superar de alguna manera la destrucción que se vive aquí”, apunta a EFE.
Las labores de los rescatistas continúan, inspeccionan los últimos coches que se encuentran bajo cenizas. Marcan con una “X” los que no tienen hallazgos de restos humanos y con las letras “HR” en los que hay indicios de víctimas mortales.
Cuando estos equipos hallan indicios de cuerpos es cuando comienza el trabajo de los seis antropólogos forenses que se encuentran en la isla y que ayudarán a identificar los restos humanos tras un complicado proceso que, advierten, llevará tiempo.
De los 115 decesos confirmados hasta el momento, apenas 13 han sido identificados. Cientos continúan desaparecidos.
Horas después de la visita de seis horas del presidente Joe Biden a Maui, continúa la misma rutina de los últimos días en Lahaina tras los devastadores incendios, los pobladores se mantienen ajenos a discursos políticos.
“Dicen que más vale tarde que nunca, el presidente ya vino a darnos un discurso positivo, pero el infierno que estamos viviendo aquí sigue”, dice Janet, que perdió su hogar y duerme en un hotel convertido en refugio temporal.
Muchos de los rescatistas que trabajan estos días en Lahaina respondieron antes a misiones como el ataque a las Torres Gemelas en 2001, a los terremotos en México en 2017 o al tsunami de Indonesia en 2004, hoy suman una misión más que pasará a la historia y será recordada por generaciones como la tragedia de Hawái.
Octavio Guzmán