Acapulco (México), 19 mar (EFE).- Los mercados de artesanías, comida y recuerdos del puerto mexicano de Acapulco recibirán la Semana Santa y el Tianguis Turístico de México, el mayor evento del sector, aún dañados por el huracán Otis.
Casi cinco meses después de que Otis azotó Acapulco, el 25 de octubre pasado, tras romper el récord de intensificación de un ciclón en México, aún hay 20 mercados dañados, y en la Costera Miguel Alemán y los mercados de artesanías y artículos de playa hay por lo menos cinco con daños graves.
En el mercado de Artesanías Papagayo, en la Costera Miguel Alemán, hay casi 600 locales afectados, como muestran láminas caídas, puestos destruidos, cortinas desechas, y madera inservible.
Martha Delia González, una mujer que desde hace 40 años trabaja vendiendo ropa, trajes de baño y artesanías, asegura que del total de 587 comercios, solo 20 están funcionando.
“Estamos viviendo, la verdad, con mucha nostalgia. Lo puedo decir con tristeza porque estábamos ilusionados porque se presentó Sedatu (la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) federal, se hizo un comité de obra de los compañeros, parte también soy yo, y hasta a la fecha, no se han presentado”, afirmó.
Los comerciantes recuerdan años de bonanza en los mercados, pues estas fechas eran de altas ventas, desde las vacaciones de diciembre hasta Semana Santa, que este año será la última semana de marzo.
Además, la Secretaría de Turismo (Sectur) del Gobierno de México anunció este martes que el Tianguis Turístico, el mayor evento de esta industria en el país, será en el puerto el 10 de abril, algo que despierta optimismo y recelo entre los vendedores.
“La esperanza es activar un poquito la economía, no nada más para mi mercado, sino para todos, porque la verdad Acapulco no es fácil que se levante en estos tiempos, un poquito complicado”, comentó González.
Un golpe a la economía local
Las afectaciones continúan tras el golpe de Otis en Acapulco, donde cerca del 87 % de la población recibe al menos un ingreso del turismo, según el Gobierno municipal.
José Bertín García, vendedor de quesadillas desde hace 26 años, asegura que de sus dos locales dependen su esposa, sus tres hijos y cinco trabajadores.
“Gracias a Dios, ya lo pude levantar (el local) porque si no ¿cómo mis trabajadores y yo y mi familia, cómo vamos a seguir trabajando? Así que tuvimos que volverlo a levantar”, indicó a EFE.
La comerciante Rocío Castillo Rosales, una de las pocas vendedoras que ha podido rehabilitar su negocio, afirmó que las autoridades federales se comprometieron a ayudarles.
“Este mercado quedó devastado, fue uno de los primeros, que iba a ser prioridad y que iba a ser uno de los primeros y ahora salen de que ya no harán nada. Nos dijeron que ya no entró en el primer proyecto”, advirtió.
Los comerciantes han recurrido a ayudarse unos a otros.
“Estoy endeudadísima, pero tengo que trabajar porque es mi fuente de trabajo, mantener a mis hijos, a los trabajadores tengo que pagar, ellos no piden, ellos quieren su paga”, añadió la vendedora.