Washington, 18 mar (EFE).- Una coalición de tribus nativoamericanas de California libra una intensa lucha para que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, proteja sus tierras ancestrales, un vasto territorio de 400.000 hectáreas que atesora no solo especies raras de flora y fauna, sino también el legado de pueblos que han convivido durante siglos con esa naturaleza sagrada.
Esta contienda lleva años en curso pero cobra mayor urgencia ante la cercanía de los comicios de noviembre, en los que Biden volverá a enfrentarse al republicano Donald Trump, quien durante su mandato (2017-2021) aprobó proyectos petroleros que perjudicaron a los nativoamericanos.
Tierras “irremplazables”
Las tierras por las que están luchando son “irremplazables”, explicó a EFE Thomas Tortez, presidente de los indígenas cahuilla del desierto Torres Martínez y quien ha pedido a Biden que declare como monumento nacional unas 267.000 hectáreas en el valle de Chuckwalla, en el sur de California, y amplíe el parque nacional Joshua Tree.
“Cuando alguien va a un santuario y este se incendia o es derribado, pueden erigir otro templo en otro lugar. Pero cuando el sitio que encarna nuestra cultura está ligado intrínsecamente a un paraje y una tierra concreta como la que poseemos aquí, no hay forma humana de reemplazarlo”, afirma con vehemencia Tortez.
Por eso, insta a Biden a proteger las tierras de su tribu utilizando la Ley de Antigüedades de 1906, que otorga al presidente la capacidad de crear monumentos nacionales en terrenos federales sin tener que pasar por el Congreso.
Las tierras que defiende Tortez son, en gran parte, desérticas. Podría parecer que son estériles, desprovistas de vida, pero para los nativoamericanos, esta área encierra una rica historia, con plantas que pueden usarse con fines medicinales, alimenticios o espirituales, y animales que han coexistido con la comunidad durante siglos.
Incluso las colinas, con sus tonos que van desde el magenta hasta tonalidades más claras de rojo, son interpretadas por los nativoamericanos como un recordatorio de las historias de la creación y de la presencia de la divinidad, relata Tortez.
Además de proteger estas tierras, la coalición de tribus busca que Biden amplíe y designe otros cuatro monumentos nacionales en California.
Entre ellos, destaca el esfuerzo de las tribus de las misiones Tataviam Fernandeño y Gabrieleno para expandir en unas 44.100 hectáreas el monumento nacional de las montañas de San Gabriel, cerca de Los Ángeles.
Pueblos ancestrales
Dentro de este territorio se encuentran los restos de tres pueblos originarios anteriores a la colonización española y que son de gran importancia para las tribus, cuyas familias acuden allí para enseñar sus orígenes a las nuevas generaciones, explicó a EFE el presidente de las misiones Tataviam Fernandeño, Rudy Ortega Jr.
Ortega Jr., cuyo padre también fue líder de la tribu durante cinco décadas, considera que este esfuerzo por ampliar el monumento nacional de las montañas de San Gabriel se enmarca en la lucha que su tribu ha librado durante siglos para proteger su territorio.
En sus inicios, sus terrenos abarcaban más de 600.000 hectáreas, desde el valle de Antelope hasta el océano Pacífico. Sin embargo, para el año 1900, quedó reducido a cero, y desde entonces han tenido que luchar para recuperar sus tierras.
Otro de los objetivos de la coalición es lograr la designación como monumento nacional de casi 81.000 hectáreas en la zona montañosa del lago Medicine, lo que permitiría salvaguardar la herencia de pueblos con una larga historia en esa zona del norte de California, como la tribu del río Pit.
También la tribu quechan de Fort Yuma anhela que las montañas del Kw'tsán sean establecidas como monumento nacional, y por último, la nación yocha dehe wintun quiere que se expanda el monumento nacional Berryessa Snow Mountain y se proteja permanentemente a Molok Luyuk, que se traduce como “cresta cóndor”.
Estas tierras encarnan el alma de las tribus. Como expresó a EFE Anthony Roberts, líder de la nación yocha dehe wintun, velar por la protección de esos territorios forma parte de la “responsabilidad sagrada” que esos pueblos tienen con la naturaleza, de la cual emanan todas las formas de vida.
Beatriz Pascual Macías