Guadalajara (México), 15 oct (EFE).- La escritora argentina Mariana Enríquez dijo este martes en México que la literatura del movimiento del boom latinoamericano estaba llena de vitalidad ante las dictaduras y las crisis políticas en diversos países de la región entre las décadas de los sesenta y setenta.
En la conversación ‘Del boom al trash: nuevas narrativas latinoamericanas’ para celebrar los 30 años de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar en Guadalajara, occidente de México, la autora afirmó que especialmente Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes imprimieron a sus historias cierto optimismo por el futuro.
“Si uno lee a los escritores más oscuros del boom: (José) Donoso, (Juan Carlos) Onetti, Fuentes y García Márquez tenían una vitalidad, una confianza en la literatura diferente, son escritores de una Latinoamérica que se proyecta como una región cultural, económica y socialmente que va hacia un futuro mejor”, dijo.
Afirmó que las historias de ambos narradores pertenecen a ese momento histórico en el que Latinoamérica estaba sumida en una crisis, pero influenciada por la Revolución Cubana.
En la conversación, la colombiana Pilar Quintana afirmó que adentrarse en los libros de los escritores del boom fue una lección de escritura por la calidad de la narración y la manera en la que podía obsesionar a quienes se sumergían en sus historias y destacó ‘Crónica de una muerte anunciada’ de García Márquez.
“Para mí fue una clase magistral de escritura creativa, ahí está todo lo que un escritor tiene que aprender para contar una historia, es una clase magistral del universo narrativo (…), de los tiempos narrativos, de quién es el narrador de una historia, de cómo se crean los personajes desde una idea paradójica”, afirmó.
La mexicana Cecilia Eudave coincidió con Quintana en la necesidad de nombrar a las mujeres que escribieron en la misma época en la que lo hicieron García Márquez, Fuentes, Cortázar o Juan Rulfo y quienes quedaron bajo su sombra, como María Luis Bombal, Elena Garro o Alfonsina Storni.
Quintana aseveró que si las escritoras hubieran tenido el mismo reconocimiento, una generación de noveles creadoras pudo haberse sentido identificada y animada a dedicarse a las letras sin considerar que la literatura femenina es un género menor.
“Si yo hubiera tenido esos modelos latinoamericanos hubiera visto que los temas que abordaban las mujeres eran igualmente universales, me hubiera demorado menos en levantar la mano y llamarme feminista y decir que mis temas eran universales aún cuando quisieran circunscribirlos a temas pequeños como lo femenino, la maternidad, lo intimista”, dijo.
La cátedra se creó en 1994 a iniciativa de los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, quienes aportaron el monto de las becas que el Gobierno mexicano les otorgó como Creadores Eméritos, para rendir un homenaje a Cortázar con la colaboración de Aurora Bernárdez, viuda del autor argentino.