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Washington, 11 oct (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó este martes un mensaje a los gobiernos para que no olviden contener su gasto, en plena espiral inflacionista mundial, aunque también pidió que tomen medidas para ayudar a los más vulnerables.
En su informe de perspectivas mundiales, el Fondo dedica un extenso apartado a la inflación y a las medidas para atajarla, y celebra que los bancos centrales estén ya actuando para tratar de contener los precios, mientras pide a todos los países que acompañen con su política fiscal en esta batalla.
Y aunque admite que debe haber medidas para ayudar a los más vulnerables a sobrellevar el encarecimiento de la vida, insiste en el deber de los gobiernos por buscar la consolidación fiscal y por tratar de reducir su déficit público para evitar que su deuda siga creciendo.
El primer objetivo, recalca, es la estabilidad de precios, sin la cual “cualquier beneficio que produzca el crecimiento económico corre el riesgo de verse engullido por el elevado coste de la vida”.
El Fondo da por hecho que contener la inflación tendrá un coste sobre los mercados laborales y los salarios, dado que habrá más desempleo y los sueldos se resentirán a medida que la política monetaria se endurezca.
Por eso, considera que cada país tendrá que tomar medidas dependiendo de sus circunstancias y del tiempo que le vaya costando a cada uno acabar con la elevada inflación.
Mientras dure este ajuste, insiste, hay que “proteger a los más vulnerables”, aunque también considera que se debe “compensar cualquier nuevo aumento de gasto”.
Por ejemplo, reconoce la presión que tendrán muchos gobiernos si tienen que decidir, en un momento como éste, subidas de sueldo de los empleados públicos por encima de la inflación.
“Si no hay contracción fiscal por otro lado, o si hay aumentos de gasto público sin financiación suficiente o bajadas de impuestos, la inflación subirá más y hará más difícil el trabajo de los gobernantes”, avisa el informe.
Además, el FMI se muestra contrario a que se le ponga tope a los precios de los alimentos o la energía, como se está proponiendo en muchos países, una medida que a la larga “beneficia más a los que más consumen que a los que más lo necesitan”.
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