Nueva York, 15 oct (EFE).- El poeta español Federico García Lorca, autor del celebrado “Poeta en Nueva York”, regresó hoy martes a la Metropolitan Opera de Manhattan como protagonista de la obra Ainadamar, compuesta por el argentino Osvaldo Golijov, estrenada por primera vez en 2003 y nunca antes representada en la Gran Manzana.
La MET Opera, que el año pasado estrenó por vez primera una obra en español con notable éxito -‘Florencia en el Amazonas’-, se atrevió a hacerlo de nuevo con esta producción en la que Lorca es interpretado por una mujer, la mezzosoprano Daniela Mack, mientras que el papel de Margarita Xirgú, que figura como mentora y protectora de Lorca, verdadero papel protagónico de la pieza, recae en la soprano negra Angel Blue.
El público que llenó la sala del Met Opera dedicó una sonora ovación a las dos protagonistas de esta particular versión de la brasileña Deborah Colker, que además es la coreógrafa de un escenario no por sobrio menos sugerente, en el que los originales juegos de iluminación compensan un atrezzo reducido a veces al mínimo.
La obra de Golijov -con libreto de David Henry Wang- tiene la virtud de no caer en el panfleto político: si bien queda claro que Lorca fue asesinado por un grupo de falangistas que lo odiaban “por maricón y comunista”, Lorca aparece ante todo como un artista y un poeta comprometido con la libertad.
Una de las novedades de esta ópera reside en lo estrictamente musical: se escuchan como nunca antes en la sala neoyorquina guitarras flamencas y ritmos jondos, así como abundantes percusiones que con frecuencia dominan el foso de la orquesta. A ello se añaden, sobrepuestas, algunas de las arengas radiofónicas más despiadadas que el falangista Queipo de Llano pronunció en Radio Sevilla prometiendo violencia a sus adversarios.
El resultado, con ser más difícil que el de las óperas clásicas, funciona muy bien, gracias sobre todo a las poderosas interpretaciones de los personajes de Lorca, pero sobre todo el de Margarita Xirgú y el del falangista Alfredo Ramón Ruiz Alonso, interpretado con convicción por el cantaor flamenco Alfredo Tejada, que hace aquí su debut operístico.
La historia que traza la ópera no es fácil de seguir para los neoyorquinos no familiarizados con el poeta español: el hilo conductor de la historia es la actriz Margarita Xirgú, que desde su exilio en Montevideo rememora el momento en que conoció a Lorca, en un bar de Madrid, cuando éste ponía en escena su obra ‘Mariana Pineda’.
La obra hace numerosas alusiones a Mariana Pineda como símbolo de la libertad por la que Lorca también luchaba, y esa es la parte más confusa, pues no queda claro para el espectador quién fue la heroína granadina ni por qué fue ejecutada.
Con el estallido de la guerra, Xirgú trata de convencer a Lorca para que huya con ella aprovechando que ella tiene un contrato en La Habana, pero Lorca renuncia a abandonar España y vuelve a su Granada natal, aun sabiendo el peligro que allí corre y que a la postre termina con su vida.
La obra, que tiene tres partes pero se representa sin descansos (una hora y media en total) termina de nuevo con una Xirgú ya anciana de nuevo en Montevideo, resignada a no regresar a su patria y que pasa el relevo a Nuria, una alumna aventajada, quien le promete que la obra de Lorca pervivirá gracias precisamente a su segunda vida latinoamericana.