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Ciudad de México, 20 ago (EFE).- Aunque es un reconocido novelista, cuando escribe historias cortas, el autor mexicano Enrique Serna apuesta a sumergirse en la tina de agua fría que es el cuento cruel, género al cual se ha dedicado por más de 30 años.
“El cuento cruel es como un balde de agua helada para que el lector esté en guardia contra la tendencia a creer que el mal no puede habitar en su alma. Es un género que percibe mejor la realidad con sus matices”, aseguró Serna este sábado en entrevista a Efe.
Después de la novela “El vendedor de silencio”, que le permitió ganar el premio Xavier Villaurrutia 2019, Serna acaba de publicar “Lealtad al fantasma”, un libro editado por Alfaguara con siete piezas tragicómicas.
“Son ficciones intimistas. Me ciño a la definición de Balzac, quien decía que la novela era la historia de la vida privada de las naciones. También el cuento lo es y esos son los temas de este libro”, reveló.
El volumen de 265 páginas arranca con “El anillo maléfico”, un cuento cuyo protagonista es un maestro que por momentos recuerda a Humbert, el obsesionado profesor de la icónica novela “Lolita”, de Vladimir Nabokov.
Según el narrador, Fidel Ramírez es un tigre desdentado de circo pobre que vuelve cada tarde a la jaula de la monogamia, pero se mete en una arriesgada situación. Después de varios sucesos, el cuento gira con la aparición de un escritor de ficción, un juego literario que aporta emoción a la trama.
“En ese cuento hay un diálogo paródico de teoría literaria. Me inventé a un escritor (llamado Leonardo Pimentel), que es hasta cierto punto un alter ego mío”, reconoció.
Una hija de emigrados mexicanos pone su felicidad en la vida de una artista famosa, una abuela da un golpe a la crisis de la edad al lanzarse sin paracaídas y un francés se flagela hasta que la vida le da una cachetada. Son otras tres propuestas de un libro con situaciones al límite, como las comunes en cualquier hijo vecino del mundo de hoy.
“A mí me parece que esos cuentos son como una reacción contra el sentimentalismo y contra el melodrama, que es el género más popular de la tierra, pero fomenta el narcisismo de la conciencia”, explicó en referencia al cuento cruel.
De niño, Enrique Serna fue el típico “nerd” con calificaciones de 10 en la escuela, sin embargo, de joven vivió como algunos de sus personajes, fue parrandero, hizo culto a la amistad y agregó vivencias a sus lecturas, con lo cual alimentó su obra.
Detrás de la belleza de la prosa, los cuentos de “Lealtad al fantasma” tienen de debate filosófico. Serna acepta que nada de eso se lo propone, sino que sale cuando los personajes toman vida.
“El cuento es un género difícil en el que no caben las redundancias ni las digresiones y representa el desafío más interesante para cualquier fabulador porque hay que condensar una trama que a veces puede ser compleja. Además, no pude nunca decaer el estilo porque se rompería el efecto de encantamiento”, explica.
Aunque no la escribe, Serna se considera un gran amante de la poesía, un género que, según cree, obliga a ser creativo.
“Leer poesía es una de mis experiencias más maravillosas. En el caso de un prosista, el ritmo de la prosa, la eufonía y todo eso se aprende en gran medida leyendo poesía. Intenté escribirla cuando era joven (poesía), pero me di cuenta que no era mi camino; la poca poesía que me ha dado Dios, traté de verterlas en mis novelas”, confesó.
Del otro lado de los escritores de melodramas que presumen en las redes sus miles de seguidores, Enrique Serna asume su oficio de cuentista con filosofía de cirujano. Saca tumores de la sociedad enferma, pero, en vez de estudiarlos o echarlos a la basura, los expone en sus libros.
“Los personajes los tengo dentro un buen tiempo; hay que dejarse invadir por ellos lo más posible para dar una ilusión de vida”, admitió al referirse a su experiencia de bucear en el agua helada que son sus cuentos
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