Washington, 15 mar (EFE).- El sector aéreo estadounidense hizo este miércoles un ejercicio de revisión de su propia seguridad tras una sucesión de incidentes que no han provocado víctimas pero que han dado la voz de alarma.
La Administración Federal de Aviación (FAA, en inglés) de Estados Unidos reunió a las afueras de Washington a representantes de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas (ALPA), de la de Ejecutivos de Aeropuertos (AAAE) o de la Controladores Aéreos (NATCA), entre otros, con la vista puesta en cómo mejorar el sistema.
Los últimos datos de la FAA apuntan que en el primer semestre del año se han registrado en Estados Unidos 630 incursiones en pista, incidentes que implican la presencia incorrecta de un avión, vehículo o persona en la zona protegida de un aeródromo.
Esa cifra parece ir a la baja respecto a los 1.732 de todo el año pasado, pero ha habido sucesos llamativos que han alertado tanto al público como a los profesionales.
En enero, por ejemplo, un avión de Delta y otro de American Airlines que se preparaban para el despegue en el aeropuerto John F. Kennedy (JFK) de Nueva York estuvieron cerca de colisionar, y a principios de febrero, en el aeropuerto de Austin (Texas), un avión de la aerolínea Southwest y uno de carga de FedEx también estuvieron a punto de chocar.
“¿Cuáles son las causas de raíz de los incidentes que hemos visto? ¿Qué está funcionando bien? ¿Qué nuevos pasos necesitan darse? ¿Podemos aprender de otras industrias de alto riesgo cuya fuerza de trabajo también ha experimentado cambios dramáticos durante la pandemia?”, se preguntó el secretario de Transporte, Pete Buttigieg.
El encuentro de este miércoles fue el primero de una serie de reuniones que tendrán la seguridad como eje de la agenda.
En un día cualquiera, según el director interino de la FAA, Billy Nolen, hay en el país unos 45.000 vuelos: “Debemos prestar atención a lo que ha sucedido en los últimos meses y a lo que el sistema está intentando decirnos. El mayor error que podemos cometer como industria es volvernos complacientes”, dijo.
Los participantes coincidieron en que en lugar de reaccionar a los incidentes después de que se produzcan hay que anticiparlos y aprovechar al máximo las herramientas y los datos disponibles para evitarlos.
“Todos reconocemos el deseo de usar al máximo el espacio aéreo disponible y la capacidad de pista para que el sector funcione sin problemas y a tiempo. Ante los recientes incidentes, ¿cuánto de lo que hemos visto puede atribuirse al alza repentina de la demanda tras la pandemia”, añadió Nolen.
La presidenta de la Junta Nacional de Transporte (NTSB), Jennifer Homendy, reconoció que hay que hacerse las preguntas difíciles: “Se han rozado últimamente demasiados incidentes que podrían haber tenido consecuencias devastadoras. Deben servir como llamada de atención para cada uno de nosotros antes de que algo peor ocurra”, concluyó.