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Cristina Cabrejas
Quebec (Canadá), 29 jul (EFE).- El papa viajó este viernes hasta Iqaluit, a 300 kilómetros del círculo polar ártico, donde concluyó su viaje a Canadá, para pedir perdón a las poblaciones inuit y desde aquí volvió a mostrar su “indignación y vergüenza” por “el mal que cometieron no pocos católicos” en las escuelas de asimilación cultural en las que internaron a los niños indígenas canadienses.
Ningún papa había llegado tan al norte en sus viajes, para visitar una ciudad que tiene una población de 7.429 habitantes y la mitad de ellos son miembros de los inuit , que viven en un lugar donde los 8 meses del año están aislados y sufren temperaturas árticas, aunque el cambio climático es visible aquí con la retirada de los glaciales.
En Iqaluit, donde prácticamente la mayor parte del año no existen carreteras, ni conexiones ferroviarias o marítimas con el resto del Canadá, el papa visitó el colegio de la ciudad, un edificio que recordaba un enorme iglú, donde se reunió con las víctimas de estas escuelas residenciales.
PERDÓN POR EL MAL QUE CAUSARON NO POCOS CATÓLICOS
“Los testigos que escuché me explicaron. Sufrimientos que yo no hubiera imaginado”, dijo el papa.
“Eso ha reavivado en mí la indignación y la vergüenza que me acompañan desde hace meses. También hoy, también aquí, quisiera decirles que estoy muy apenado y quiero pedir perdón por el mal que cometieron no pocos católicos que en esas escuelas contribuyeron a políticas de asimilación cultural y desvinculación”, dijo Francisco.
El papa habló ante la explanada delante del colegio a varios centenares de habitantes, sorprendidos por la visita del papa a un lugar tan remoto. “Es maravilloso que venga a vernos. Que venga hasta aquí”, explicaba una pareja de inuit nacidos en Iqaluit.
“El papa nos viene a pedir perdón. Es lo justo”, explicaban ante la que fue su escuela durante la infancia mientras asistían al concierto que organizaron en la espera.
Francisco explicó en su discurso que una de estas víctimas le relató: “los pajaritos cantan felices alrededor de la mamá. Pero de repente el canto se detuvo, las familias fueron disgregadas, se llevaron a los pequeños lejos de su ambiente; el invierno descendió sobre todo”.
“Dichas palabras, al mismo tiempo que provocan dolor, suscitan también escándalo”, aseveró.
Francisco reiteró la voluntad que se pueda “recorrer juntos un camino de sanación y de reconciliación que, con el auxilio del Creador, nos ayude a dar luz sobre lo sucedido y a superar ese pasado oscuro”
En este acto, en el que estuvieron invitados los jóvenes de la ciudad, el papa los pidió “que cuiden de la Tierra, de las personas y de la Historia”.
LOS INUIT PIDEN JUSTICIA POR LOS ABUSOS SEXUALES
Entre 1955 y 1969, se tiene constancia de que al menos 324 niños inuit fueron separados de sus padres y enviados a vivir a Turquetil Hall, una residencia administrada por católicos, mientras asistían a la escuela diurna Sir Joseph Bernier en Chesterfield Inlet.
En estas escuelas se produjeron numerosos abusos sexuales a menores, a los que se espera que el papa Francisco se refiera.
Por ello, el presidente de la asociación que agrupa a los inuit, Nunavut Tunngavik Inc (NTI), Aluki Kotierk, ha pedido y pedirá a Francisco que uno de estos abusadores Johannes Rivoire, de 91 años, regrese a Canadá para enfrentar cargos penales que alegan que abusó de niños inuit en las décadas de 1960 y 1970.
Así como esperan “que se entreguen pruebas, incluso de archivos personales, para que los inuit de Nunavut !no necesiten revivir sus experiencias y el testimonio pueda usarse en los tribunales”, explicaron en un comunicado.
Rivoire, que vive en Francia, fue acusado de cargos de agresión sexual contra niños en Arviat y Whale Cove entre 1974 y 1979.
En su última jornada en Canadá, Francisco también se reunión con varios representantes de los indígenas a quienes reiteró: “el dolor que llevo en el corazón por el mal que no pocos católicos les causaron apoyando políticas opresivas e injustas”, en referencia a las escuelas, muchos de ellos gestionados por la Iglesia, donde fueron internados cerca de 150.000 niños indígenas que sufrieron toda clase de abusos.
“He venido como peregrino, con mis limitadas posibilidades físicas, para dar nuevos pasos adelante con ustedes y para ustedes; para que se prosiga en la búsqueda de la verdad, para que se progrese en la promoción de caminos de sanación y reconciliación”, dijo Francisco. “No he venido como turista”, añadió.
Y concluyó este viaje expresando que se siente ahora también “parte” de la familia indígena.
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