Washington, 25 oct (EFE).- De la decoración a los ingredientes, la cena de Estado con la que Estados Unidos agasaja este miércoles a Australia traslada la importancia de sus relaciones bilaterales al menú, encabezado por una sopa de calabazas y costilla.
El presidente y la primera dama estadounidenses, Joe y Jill Biden, ejercen de anfitriones ante el primer ministro australiano, Anthony Albanese, y su pareja, Jodie Haydon, a quienes se les quiere hacer sentir como en casa con exuberantes centros de mesa florales que hacen viajar a la actual primavera en su país.
De primero, ensalada de farro y remolacha asada con sorgo y vinagreta de hierbas, sopa de calabaza con sus semillas confitadas y pimentón ahumado, seguido por costilla cocinada a fuego lento, con zanahoria y coles de Bruselas, antes de que un pastel de chocolate y avellana cierre la degustación.
“Estados Unidos y Australia están en lados opuestos del mundo, en hemisferios y estaciones diferentes, pero a pesar de nuestra distancia compartimos una gran dedicación a la democracia, una reverencia por la libertad, una devoción por la igualdad y amor por nuestras maravillas naturales. Cada detalle de esta cena ha sido cuidadosamente pensado”, dijo Jill Biden la víspera de esa cena.
Como telón de fondo, un lienzo con mariposas monarca estadounidenses y Cairn Birdwing australianas, así como flores de ambos países: rosas del anfitrión y Delphiniums del invitado, además de guiños a ambos con frutas del bosque, abundantes en uno y otro.
Es la cuarta cena de Estado que los Biden ofrecen tras su llegada al poder en enero de 2021, tras las celebradas en honor a Francia, Corea y la India, y los tonos pastel elegidos para la ocasión, en referencia a esa temporada primaveral australiana, suavizan la formalidad del edificio, donde por la mañana los respectivos líderes tienen prevista una reunión y posterior rueda de prensa.
Informalidad política y cultural en Camp David
La sede de la presidencia en Washington, no obstante, no es el único lugar en el que los negocios se mezclan con el placer. La residencia de Camp David ha sido usada por todos los mandatarios estadounidenses desde que el lugar fuera elegido en 1942 durante el mandato de Franklin Delano Roosevelt (1933-1945).
Ese entorno más relajado, a unos 96 kilómetros de la capital, montañoso y de marcado carácter rural, se presta a conversaciones más relajadas y se traduce también en la comida que llega a la mesa de esas cumbres, en las que la diplomacia va revestida de informalidad.
El republicano George W. Bush (1995-2000) se decantaba por platos “sencillos”, según contaba su entonces chef, Matthew Wendel, en el libro de recetas “Recipes from the President's Ranch. Food people like to eat”, en el que recopilaba los menús que le solía preparar y el tiempo que trabajó para el matrimonio.
En la visita que efectuaron allí en abril de 2008 el entonces presidente surcoreano, Lee Myung-bak (2008-2013), y su esposa, Kim Yoon-ok, hubo por ejemplo pollo frito, ensalada de patata, huevos cocidos y pastel. La comida se preparó estilo buffet y los comensales la degustaron al aire libre, con una gran arboleda de fondo.
El pollo frito fue igualmente el plato principal servido por los Bush en agosto de 2008 al todavía primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed Bin Rashid, acompañado en esa ocasión de verduras, puré de patatas y bizcocho de chocolate.
La barbacoa que había en el patio de Camp David facilitaba además la preparación de hamburguesas y carnes a la plancha, lejos de platos más encorsetados de las recepciones o cenas de Estado en el interior de la Casa Blanca.
La ex primera dama republicana Laura Bush recordaba en su libro de memorias “Spoken from the heart” que Camp David ofrecía un ambiente “mucho más íntimo”: “Un lugar en el que podías conocer a un líder sin estar apretujados en una habitación de cien o más invitados”.
Cuando el demócrata Barack Obama (2009-2017) celebró allí el 18 y 19 de mayo de 2012 una cumbre del G8, al primer ministro nipón en aquél momento, Yoshihiko Noda, se le sorprendió con un pastel de chocolate y fresas en honor a su inminente cumpleaños, un día después de que concluyera ese encuentro.
Independientemente del escenario, no obstante, no se da la espalda a la actualidad internacional. Este miércoles iba a actuar por ejemplo la banda estadounidense de pop The B-52s, pero la actual coyuntura, con guerras en Ucrania y Gaza, ha hecho que se rebaje la propuesta festiva y que el grupo acuda solo como invitado.