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Washington, 11 oct (EFE).- La baja inflación y la relajación de su política monetaria convierten a China en la mayor excepción entre los países analizados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que advierte de que la ralentización del gigante asiático afectará a toda la economía global por el peso que tiene en la cadena de suministro.
El su último informe de perspectivas económicas, el FMI rebaja las previsiones de crecimiento de China tanto para este año como para el que viene, y ahora calcula un crecimiento 3,2 % en 2022 (una décima menos que en julio) y del 4,4 % en 2023 (dos décimas por debajo de su anterior estimación).
La ralentización de la economía China es uno de los principales factores que se apuntan en este informe para explicar el enfriamiento mundial.
El fondo atribuye la moderación a “las frecuentes cuarentenas por su política de ‘cero covid’, que han hecho mella en la economía, especialmente durante el segundo trimestre de 2022”.
Además, el sector inmobiliario, que representa una quinta parte de la actividad económica del país, se está deteriorando rápidamente, según el organismo.
“Un empeoramiento del sector inmobiliario chino podría acabar afectando al sector bancario nacional y afectar negativamente al crecimiento del país”, avisó el organismo.
En cualquier caso, China vive un contexto económico interno muy distinto al de las principales economías del mundo, con una inflación contenida y que el FMI sitúa en el 2,2 % tanto para este año como para el que viene.
Por eso el Fondo considera apropiado que mantenga una política monetaria relajada, en contra de lo que tienen que hacer el resto de los grandes países, obligados a subir los tipos de interés para contener la escalada de precios.
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