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Nueva York, 16 sep (EFE).- La sala Carnegie Hall de Nueva York se llenó de aires españoles con el concierto de la orquesta del Teatro Real y su repertorio compuesto de zarzuelas y piezas de Falla y Albéniz que mereció sonadas ovaciones del público de la Gran Manzana.
Para la que ha sido su primera intervención en la mítica sala neoyorquina, la orquesta del Teatro Real tituló su concierto “Una celebración de la música española”, y aunque no llenó la sala al completo, el público -en gran parte españoles de Nueva York- celebró el espectáculo con abundantes aplausos.
En el palco de honor estuvieron presentes la reina emérita Doña Sofía y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, este último inmerso esta semana en un viaje de promoción en Nueva York de la capital de España como destino cultural, de negocios, turístico y hasta estudiantil; dentro de estas actividades estuvo el concierto de hoy, patrocinado por el mismo ayuntamiento y varias empresas.
La plana mayor del Teatro Real español se desplazó a Nueva York para el espectáculo, en cuya presentación dijeron que para ellos se trataba de una ocasión única de pasear la “marca España” por el mundo, máxime en momentos en que los países asiáticos sufren de importantes restricciones de viaje, al contrario que lo que sucede en Estados Unidos.
No por casualidad, todos los asistentes al concierto recibieron con el programa de canciones un folleto en el que se les invitaba a visitar el Teatro Real, con sede en Madrid, recordándoles las óperas programadas para la temporada 22/23 y los nombres de los principales sopranos y tenores en sus “espectaculares producciones”.
El concierto consistió en una primera parte con piezas de Falla (El sombrero de tres picos) y Albéniz (de su suite Iberia), que dejaron al público un tanto frío; pero la segunda parte, con la entrada de las castañuelas, primero, seguidas después por fragmentos de zarzuelas de Vives, Sorozábal o Chueca, cautivó fácilmente al público neoyorquino.
Los aires festivos, las melodías más fáciles, y sobre todo la portentosa actuación de la soprano Sabina Puértolas, que cerró con unos solos muy exigentes cada una de las piezas del género chico, fueron los que definitivamente se metieron al público en el bolsillo.
El concierto terminó con la elegante danza final de El sombrero de tres picos de Falla, y cuando el público se puso en pie para aplaudir durante varios minutos la actuación del maestro Juanjo Mena y toda la orquesta sinfónica, los músicos concedieron un “bis” para el que eligieron “Las bodas de Luis Alonso” de Gerónimo Giménez.
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