La Paz, 26 dic (EFE).- Bolivia iniciará el 2025, cuando celebrará el bicentenario de su independencia, con una renovada ilusión en su selección de fútbol, que ha vuelto a despertar pasiones en la hinchada local, y también en las jóvenes promesas en ese y otros deportes, tras un 2024 que tuvo notas positivas y negativas por igual.
Como no ocurría en las últimas décadas, los bolivianos cerrarán el año con la esperanza de pelear por un cupo al Mundial de 2026, tras una campaña mayormente buena en los partidos de la clasificatoria suramericana disputados este año, incluida una victoria de visitante, la lograda ante Chile por 1-2, después de más de 30 años.
Factores como la llegada del boliviano Óscar Villegas al banquillo de la Verde, el avance del recambio generacional en la plantilla y el mover la sede del estadio Hernando Siles de La Paz, a 3.600 metros de altitud, a los más de 4.000 metros del Municipal de El Alto, el 'Titán de Villa Ingenio', contribuyeron a esta campaña.
El rostro de esta renovada Bolivia es el internacional Miguel Terceros, Miguelito, 'el chico de la villa' que conquistó a la hinchada con los cuatro goles anotados ante Venezuela, Chile, Colombia y Paraguay.
Así, Bolivia pasó de haber cerrado el 2023 como penúltima en la clasificación con tan solo 3 unidades a situarse en el séptimo lugar con 13 puntos, con opciones a disputar la repesca.
En el plantel tienen claro que aún queda un buen trecho por recorrer y nada está dicho, pero la ilusión se justifica porque pareció que la Verde salió de la mala racha que, por ejemplo, le acompañó en la Copa América disputada en Estados Unidos, donde volvió a quedar fuera en la fase de grupos y sin puntos.
En los torneos continentales, el Bolívar y The Strongest llegaron hasta octavos de final de la Copa Libertadores tras acabar líderes de sus grupos, pero cayeron por diferencia de goles ante el Flamengo brasileño y el Peñarol uruguayo, respectivamente.
La misma suerte corrió el Always Ready, que tras pasar de la Libertadores a la Sudamericana, cayó en la repesca de octavos al quedarse corto ante el Liga de Quito.
Gris, oro y sueños
El abanderado del ráquebol boliviano, Conrrado Moscoso, no pudo revalidar el título en el Campeonato Mundial Open de esa disciplina que se disputa cada dos años, aunque sí consiguió medallas de bronce en dobles masculino y dobles mixto junto a Kadim Carrasco y Angélica Barrios, respectivamente.
El laureado raquetbolista sufrió una lesión que le obligó a acabar la temporada en octubre para someterse a una cirugía.
Moscoso se mantuvo como el número uno en el ránking masculino individual de la Federación Internacional de Ráquetbol, pero descendió al cuarto lugar en el Tour Internacional de Ráquetbol (ITR en inglés), la principal organización profesional para competiciones masculinas de ese deporte.
Quienes dejaron patente que este deporte es uno de los fuertes de Bolivia fueron Jhoel Acha Portugal y Camila Rivero, que se coronaron en Guatemala campeones del mundial juvenil para menores de 21 años en sus respectivas categorías individuales.
Bolivia siguió sin conseguir la ansiada medalla olímpica que hasta ahora no tiene, aunque en los Juegos de París generó expectativa la participación del atleta Héctor Garibay, el 'Puma andino', que fue el único clasificado por derecho deportivo de los cuatro representantes que tuvo el país en el certamen.
Aunque acabó en el puesto 60 de la maratón olímpica, Garibay dio a Bolivia dos satisfacciones este año al ganar la media maratón de Río de Janeiro en mayo y la carrera 10k San Isidro de Buenos Aires en octubre.
La eterna queja de los deportistas bolivianos por el escaso apoyo estatal pareció tener respuesta en el programa gubernamental de becas “Sueño Bicentenario”.
Este plan asegura financiación económica, atención médica y acceso a infraestructura para un centenar de atletas de alto rendimiento y con potencial para competir en torneos internacionales.
Gina Baldivieso