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Washington/El Cairo, 1 ago (EFE).- El egipcio Ayman al Zawahiri, fallecido este fin de semana en un ataque estadounidense en Afganistán, era un médico al que sus compañeros de facultad calificaban de tímido que llegó a convertirse en uno de los terroristas más buscados del mundo, el líder de la red Al Qaeda.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció esta noche la muerte de Al Zawahiri, de 71 años, más de una década después de que sucediera a Osama bin Laden, asesinado por EE.UU. en una operación antiterrorista en Pakistán en 2011, como máximo dirigente de la organización.
Una de las últimas veces que Al Zawahiri apareció en un vídeo antes de su fallecimiento fue en una grabación difundida por Al Qaeda con motivo del vigésimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU.
En ese vídeo, titulado “Jerusalén nunca será judaizado”, se veía a Al Zawahiri vestido con una túnica y una larga barba blanca hablando durante más de una hora sobre una amplia diversidad de temas, en especial de la causa palestina.
RUMORES SOBRE SU ESTADO DE SALUD
Con este vídeo el grupo terrorista aplacó los rumores sobre el mal estado de salud de su líder e incluso de su muerte.
Tras la muerte del saudí Bin Laden, fundador de Al Qaeda, Al Zawahiri tomó el mando de la organización, que se vio reducida a una red con muchas ramas pero sin un liderazgo central, debilitada por las sucesivas pérdidas de sus comandantes y la supuesta mala salud del egipcio.
Al Zawahiri nació en 1951 en el seno de una familia de clase media en el barrio cairota de Guiza y, desde su adolescencia, su nombre estuvo asociado a los militantes islámicos: Con 15 años fue detenido acusado de pertenecer a los entonces proscritos Hermanos Musulmanes, y más tarde se unió al grupo terrorista Yihad (Guerra Santa), nacido en Egipto a finales de los años 60.
La primera acción terrorista que se le imputa es haber participado en 1981 en el asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat (1970-1981) durante un desfile militar en El Cairo, por lo que pasó tres años en la cárcel.
Tras ser liberado, comenzó un periplo que lo llevó a Arabia Saudí, centro de difusión del islam más rigorista, purista e intransigente y a Pakistán, donde en Pesháwar prestó ayuda a los combatientes que luchaban en Afganistán y se unió al fundador de Al Qaeda.
Su primer encuentro con Bin Laden, de quien durante años fue su más próximo colaborador, fue 1985 en Pesháwar, donde coincidieron para organizar el traslado de 20.000 combatientes voluntarios árabes contra la ocupación soviética de Afganistán.
De esa época data la fundación de Al Qaeda, creada para combatir el régimen prosoviético de Kabul, y origen del “Frente Islámico Mundial” para combatir a los “cruzados” y a los “judíos”, cuya carta fundadora fue firmada en 1998 conjuntamente por Bin Laden y Zawahiri
A comienzos de los noventa, siguió a Bin Laden a Sudán cuando este se estableció en Jartum tras ser expulsado de Arabia Saudí. A mediados de dicha década, Al Zawahiri viajó, muy posiblemente, a Estados Unidos y el Reino Unido, utilizando siempre pasaportes falsos y en busca de donaciones para su grupo.
En 1995 reapareció junto a Bin Laden en un vídeo, en el que ambos amenazaban con represalias contra Estados Unidos por la detención del jeque egipcio Omar Abdel Rahman, en conexión con el atentado de 1993 contra el World Trade Center de Nueva York.
Dos años después, el Departamento de Estado le adjudicó el liderazgo de “las Vanguardias de la Conquista”, un grupo escindido de la “Yihad”, vinculado en un principio con el asesinato de 59 turistas en Luxor (Egipto), en 1997.
Tras la muerte ese mismo año en un atentado de Abdulah Azzam, mentor religioso de Bin Laden, Al Zawahiri se convirtió en ideólogo del grupo y se trasladó a los campamentos de adiestramiento de “Al Qaeda” en Afganistán.
Un año después, fue uno de los firmantes de la fetua (edicto religioso) de Bin Laden, en la que se ordenaba atacar los intereses de Estados Unidos en todo el mundo.
En 1999 fue inculpado por EE.UU., junto con Bin Laden y catorce presuntos miembros de su red, de los atentados perpetrados en 1998 contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia, que causaron unos 240 muertos.
Ese mismo año Al Zawahiri y su hermano Mohamed fueron condenados a muerte en rebeldía en Egipto en un macrojuicio contra yihadistas denominado el caso de los “procedentes (retornados) de Albania”, pues varios acusados de planear atentados en Egipto fueron entregados por ese país.
Un acusado declaró que el grupo recibía instrucciones del emir Al Zawahiri, que se hallaba en Afganistán junto a Bin Laden.
ÓRDENES DE BÚSQUEDA Y CAPTURA TRAS EL 11-S
Tras los atentados del 11-S, la Interpol ordenó su busca y captura, bajo la acusación de acciones terroristas en Egipto y de ser “una de las cabezas de Al Qaeda”, y el FBI lo puso en su lista de más buscados con una recompensa de 25 millones de dólares por información que llevara a su arresto.
Desde entonces, ha vivido escondido presumiblemente en algún lugar entre Afganistán y Pakistán y ha aparecido en vídeos y grabaciones difundidas por páginas islamistas comentando la actualidad y recordando su permanente compromiso en la lucha contra los que consideran enemigos del islam.
Durante sus años de liderazgo, Al Zawahiri ha visto cómo Al Qaeda se ha ido alejando cada vez más de sus objetivos y le ha surgido un gran rival, el grupo Estado Islámico (EI), nacido de una escisión de su organización.
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