México, 21 nov (EFE).- Si le preguntan sobre la utilidad de la poesía, el escritor mexicano Benito Taibo responde con una idea basada en sus lecturas de Jorge Luis Borges y se refiere a la salida del sol cada mañana.
“La poesía sirve para lo mismo que los amaneceres, para iluminarnos, para darnos otra visión del mundo, para reconciliarnos con nosotros y conjurar a los demonios porque en la poesía está todo humano”, aseguró Taibo este lunes en entrevista a EFE, a propósito de la publicación de su antología de poemas “Pasar inadvertido”.
Editada por Planeta, la obra es un compendio de piezas escritas por el autor entre 1978 y el 2022, que retratan al Benito de 18 años, obsesionado con los maestros de la generación del 27, al de la mediana edad y al actual, considerado uno de los principales promotores de la lectura en México.
“No quise meterle demasiada mano a los poemas que escribió el joven que fui porque, si lo hacía, lo iba a traicionar; el dijo las cosas así. Por lo tanto, preferí dejarlo como estaban, como sintiendo, como lo veía”, explica.
Alusiones al paso del tiempo, al amor, a la muerte o sentidos homenajes a amigos y maestros forman parte de la antología que reúne lo mejor de la poesía de Taibo, novelista, escritor de cuentos y con más de 40 años como periodista.
ESQUIZOFRENIA DE LA BELLEZA
Es un hombre que vive de manera poética. Como le dieron dos infartos, llenó la pared principal de su oficina de corazones y al hablar de su oficio lo compara con los alucinantes seres disparados de la realidad, aquejados de un tipo bello de esquizofrenia.
“Los escritores somos un poco esquizofrénicos; oímos voces. Es nuestra propia voz metida dentro de la sinapsis; de repente, pum, surge algo; uno junta las palabras y lo convierte en metáfora o en una imagen”, confiesa.
Taibo vive apegado a la poesía desde el último día de mayo de 1960, cuando le cortaron el cordón umbilical. Su madre memorizaba joyas de los de la generación del 27 y su padre lo mismo; poco después creció, alcanzó el nivel de la mesa y allí detectó a patriarcas de la lengua, a quienes sus padres acogían como si fueran de la familia.
“En la mesa de mi casa siempre había un poeta. Tuve la fortuna de conocer de cerca a gente como Efraín Huerta, a José Emilio Pacheco, a Alí Chumacero, y a otros como mis dos mentores, Angel González y Luis Rius, una permanente presencia en mi casa”, explica.
Benito reconoce que el prosista y el poeta vivos dentro de su ser se llevan bien, pero esta vez deja a un lado al escritor de novelas, cuentos, ensayos y crónicas y le da paso al de poemas, que se instaló primero en su interior.
“El poeta nació primero; tiene que ver con como la poesía es una constante en mi vida. A los 17 años entré a un taller con el maestro guatemalteco Carlos Illescas y fui destruido por mis contemporáneos y porque, obviamente, no reunía el estilo, la forma, la voz que se afinó con el paso del tiempo”, explica.
POEMAS COMO MISILES
Benito Taibo imagina un mundo en el que los políticos leyeran poesía y como consecuencia bajaran sus egoísmos y aumentaran su sensibilidad.
“El mundo sería un poco mejor. Antes de lanzar un misil recordarían un poema que hable de lo humano. Estoy pensando en Bertlold Brecht y en la poca necesidad que tenemos de las cosas materiales”, asegura, aunque sabe que filosofa sobre un imposible.
A los 62 años se califica a sí mismo como un desobediente que cree en el disenso, en la libertad y en el poder restaurador de las palabras, sobre todo de la poesía.
“La poesía es el alambique de la palabras, vas quitando las rimbombantes, las que aparentemente dicen mucho y que no dicen nada. José Emilio Pacheco me dio el mejor consejo: ten un lápiz afilado por un lado y una goma de borrar. Eso quiere decir, escribe mucho y borra mucho. Y eso he hecho durante todos estos años”, confiesa.