Redacción EFE News, 15 may. (EFE).- El progresista Brandon Johnson se convirtió este lunes en el 57º. Alcalde de Chicago, con una herencia de graves problemas para resolver, entre ellos la llegada masiva de solicitantes de asilo a la tercera ciudad más populosa de los Estados Unidos.
El juez Timothy Evans juramentó hoy a Johnson en un estadio del deportivo del suroeste de la ciudad.
También fue investido el nuevo Concejo Municipal, que incluye a 13 miembros novatos, muchos de los cuales hicieron campaña para impulsar el cuerpo más hacia la izquierda, y que también aumentarán la diversidad racial y del colectivo LGBTQ+.
“La gente de Chicago cuenta con nosotros para trabajar juntos”, dijo Johnson, luego de darse la vuelta para aplaudir al nuevo concejo. Ese gesto contrastó marcadamente con la exalcaldesa Lori Lightfoot, quien en 2019 se dirigió sarcásticamente al concejo cuando habló sobre sus intenciones de erradicar la corrupción en la política de Chicago durante su discurso inaugural.
Johnson derrotó a Lightfoot, la alcaldesa afroamericana y gay que no pudo reelegirse tras un primer mandato, y después al candidato conservador Paul Vallas en la segunda vuelta de las elecciones del 4 de abril. Obtuvo el 51 % del total de los votos.
El nuevo alcalde, de 46 años, que también es afroamericano, fue maestro de escuela, se desempeñó durante cuatro años como comisionado del condado de Cook, donde se asienta Chicago, y organizador del poderoso Sindicato de Maestros de Chicago (CTU) desde 2011 hasta noviembre de 2023.
En ese tiempo, Johnson ayudó a organizar tres huelgas de maestros en toda la ciudad en 2012, 2019 y una huelga declarada ilegal en 2022, donde la contraparte era la Alcaldía.
Su comportamiento ante los sindicatos en general estará en observación, sobre todo al divulgarse que casi el 91 % de las contribuciones electorales que recibió provinieron de 27 sindicatos, y solamente CTU gastó casi 2,3 millones de dólares para que llegara a la oficina del alcalde.
Uno de los primeros problemas que deberá enfrentar es la crisis humanitaria causada por los solicitantes de asilo que llegan a Chicago enviados por los gobernadores de Texas y Colorado.
“Uno de los problemas más desafiantes”, según declaró, al señalar que no tiene buenas opciones para albergar a los migrantes y pagar su atención de emergencia.
Más de 8.000 solicitantes de asilo han llegado a esta ciudad desde septiembre y muchos más están en camino, sin que se dispongan de los fondos necesarios para alojarlos, razón por la cual el gobierno municipal ha tenido que apelar a comisarias policiales y otros recintos de emergencia.
Johnson estima que su “Agenda de Chicago Mejor” generará 800 millones de dólares en nuevos ingresos para la ciudad, al gravar “los suburbios, las aerolíneas y los ultraricos”.
Sin embargo, desde otras filas se le ha advertido que una avalancha de nuevos aumentos de impuestos afectaría a las pequeñas empresas y a la clase trabajadora de Chicago.
Si bien el nuevo alcalde dijo que no cree que aumentar estos impuestos haga que las empresas y los residentes se vayan de Chicago, una encuesta reciente encontró que el 34 % de los habitantes se irían de la ciudad si tuvieran la oportunidad, citando los impuestos, alta criminalidad y malas escuelas públicas.
Además, grandes empresas ya se fueron el año pasado, entre ellas Boeing, Citadel, Caterpillar y Tyson Foods.
Una declaración conjunta emitida por líderes empresariales de las industrias manufacturera, minorista, de vivienda y hotelera de Chicago advirtió de que este “plan de aumento de impuestos extremo devastaría Chicago y costaría innumerables empleos”.
La capacidad de Johnson para aprobar de inmediato componentes de su plan fiscal de 800 millones de dólares también se verá obstaculizada por las leyes estatales existentes y la Constitución de Illinois.
Como ejemplo se mencionó que para muchos impuestos necesita el apoyo de una mayoría de tres quintos de la Asamblea General de Illinois o un referéndum de votantes.