Oaxaca (México), 22 mar (EFE).- La asociación mexicana Colmillo Blanco protege un oasis de dos por cuatro metros que sobresale como el único espejo de agua en las 87 hectáreas de bosque que sobreviven sin protección del Gobierno en el Cerro del Fortín en Oaxaca, estado del sur del país.
En plena temporada de estiaje, que es el nivel de caudal mínimo, México conmemora el Día Mundial del Agua, una fecha para destacar la importancia del agua dulce, como lo hace en Oaxaca el ambientalista Carlos Alberto Morales, quien es presidente de la asociación Colmillo Blanco, que se encarga del cuidado ambiental y de motivar entre la ciudadanía la reforestación.
El oasis se escarbó artesanalmente hace más de cuatro años en una zona agreste y alrededor de esta reserva florecen especies endémicas de la zona, como árboles de copal, guamúchil, pinos, además de cactus, árboles frutales como el níspero, ciruelos y guayabas.
También está por llenarse un oasis más de 10.000 litros de agua y por construirse 2 más, también de manera artesanal.
UNA VOZ EN LA SEQUEDAD
La lucha por el agua en México cobra relevancia mientras más de la mitad del territorio, el 51,08 %, afronta una sequía de moderada a extrema, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Carlos Alberto sube a diario a mantener con agua lo que él nombró “Proyecto oasis del Cerro del Fortín”, vaciando con sus manos garrafones que él mismo lleva desde su casa al estanque para que se mantenga al 30 % de su capacidad mientras llegan las lluvias.
“Se basa en construir estanques de agua para los animalitos silvestres como las ardillas, tlacuaches, cacomixtles, palomas, colibríes, quebrantahuesos y otras aves que se acercan a beber agua porque la mancha urbana ha rodeado el área natural y las pocas especies que quedan ya no pueden sobrevivir”, explicó a EFE el defensor ambiental de 44 años de edad.
Convocadas por su red social “Cuenta conmigo, Colmillo Blanco”, suben personas interesadas en cuidar el espacio.
“Es un deber ciudadano de compartir nuestros recursos, por ejemplo el agua, con este simple hecho de venir y de poner un poquito de agua a los bebederos para las aves, las mariposas y las abejas hacemos que la vida sea más sencilla para todos porque sin estos animales muchas cosas van a empezar a ponerse peor”, comentó María Elena Jáuregui, habitante de Oaxaca y diseñadora gráfica.
INSTITUCIONES INDIFERENTES
Visto desde la ciudad, el Cerro del Fortín es un manchón verde que sobresale entre carreteras, construcciones y zonas deforestadas donde no existen ríos o arroyos.
El espacio se levanta entre la ciudad a más de 1.600 metros sobre el nivel del mar y debe su nombre a la fortificación que sirvió para las batallas de la lucha por la independencia.
Morales expuso que “hay una Secretaría de Medio Ambiente que debe procurar la conservación de las áreas naturales”.
Pero “durante el tiempo que hemos estado aquí nos damos cuenta que todas las palabras y leyes que indican que tiene que cuidarse el medio ambiente con programas funcionales no se llevan a cabo. Y a nosotros que estamos aquí preservando con reforestaciones y dándole de comer a los animalitos o llevando gavilanes heridos a las veterinarias nos ponen obstáculos”, lamentó.
La ciudad de Oaxaca está rodeada por los ríos Atoyac, Salado y San Felipe, actualmente considerados como ríos vivos, pero agonizantes por haberse convertido en los recolectores de las aguas negras que generan los más de 270.000 habitantes.