Nueva York, 24 ene (EFE).- El artista afrobrasileño Artur Bispo de Rosario pasó medio siglo en un psiquiátrico desarrollando la misión divina de catalogar el universo y, a su muerte, dejó una extensa obra que le ha merecido renombre internacional y que aterriza mañana en la Americas Society (AS/COA) de Nueva York.
La carrera artística de Bispo do Rosario (1909-1989) va ligada a su enfermedad mental: comenzó después de que, a los 29 años, sufriera unas alucinaciones que le hicieron creer que Dios le había enviado a una misión para organizar el caos, tras lo que le diagnostican esquizofrenia paranoide y eso le hizo pasar el resto de su vida institucionalizado.
“Todos los materiales que existen en la Tierra”, su primera gran exposición en solitario en Estados Unidos, abarca unas 70 piezas destacadas de la colección de más de un millar que produjo en ese psiquiátrico de Rio de Janeiro, que sigue activo e incluye en su interior el Museo Bispo do Rosario Arte Contemporanea (mBrac).
En una pequeña celda de la Colônia Juliano Moreira, que él consideraba su “castillo”, el artista recibió día y noche instrucciones de las voces que escuchaba y que le instaban a trabajar ensamblando objetos y bordando textiles con lo que tenía a mano en el hospital e intercambiaba con otros internos, desde sábanas hasta peines.
UN “ARCHIVO” DE LA MEMORIA
A la vista en AS/COA están las piezas consideradas icónicas en su trayectoria, incluyendo el “Manto da apresentação” (Manto de la Anunciación), una capa llena de inscripciones que pretendía lucir en el Día del Juicio Final y que es equiparable a “su Mona Lisa”, según dice a EFE uno de los comisarios, Ricardo Resende.
Sobre esta prenda hay bordadas en hilo de colores palabras, números, formas y figuras como bicicletas o una avioneta, que son un “archivo” de recuerdos plasmado desde la memoria y fruto de una ambición para la que no fueron obstáculo su bajo nivel de educación y sus limitaciones a la hora de escribir, explica el experto.
Sorprenden, en ese sentido, sus “estandartes” hechos con sábanas bordadas, entre ellos un “diccionario” cubierto de palabras abigarradas y otro que enumera banderas y nombres de países; pero también las “vitrinas” en las que expone objetos, como zapatillas tipo “conga”, cucharas, peines o botellas de plástico.
Muchas de las obras, que también incluyen esculturas como un navío, una rueda o un tiovivo, beben de la fe cristiana y las artes populares africanas que marcaron la personalidad del artista, descendiente de esclavos y que antes de sucumbir a la esquizofrenia fue trabajador doméstico, marine y boxeador.
SÍMBOLO DEL ‘ARTE OUTSIDER’
Bispo no consideraba que su obra fuera arte, pero “pensaba que lo que hacía iba a ser importante”, opina Resende, y ganó especial notoriedad unos años después de morir -tuvo una presentación póstuma en la Bienal de Venecia de 1995- hasta el punto en que hoy es considerado uno de los mayores artistas del siglo XX de Brasil.
Para Aimé Iglesias Lukin, directora y curadora en jefe, la fascinación por él tiene mucho que ver con las cuestiones sobre qué es arte y quién puede ser artista, ya que sigue un “camino distinto” dada su historia personal y aún así se convierte en “símbolo del arte contemporáneo y del ‘outsider’ art” (marginal).
Como dice la página del mBRac, Bispo “cargaba todos los estigmas de la marginación social aún vigentes en nuestra sociedad -negro, pobre, loco, asilado en un manicomio- y consigue, con su genialidad, subvertir la lógica excluyente” trabajando en la “redefinición del universo, para reunirlo y presentarlo en Día del Juicio Final”.
La exposición, que estará abierta hasta el 20 de mayo en AS/COA, irá acompañada de una serie de eventos, incluyendo charlas con artistas influidos por la obra de Bispo y un simposio.