Miami, 21 dic (EFE).- “Sobras de mujer”, el libro de la periodista Roseann Lake sobre una “superclase” de mujeres chinas que por primera vez priman su carrera sobre el matrimonio y sufren por ello la presión familiar, se publica en español y su autora dice a EFE que las lectoras latinas verán un paralelismo.
“En todas las culturas hay expresiones como la española ‘se te va a pasar el arroz'”, dice en una entrevista esta hija de padre estadounidense y madre de Galicia (España) que fue corresponsal en China de The Economist durante cinco años y ahora tiene ese puesto en Cuba, aunque no reside allí permanentemente.
La editorial floridana La Pereza acaba de publicar la versión en español de este libro de no ficción escrito en inglés y ya traducido al mandarín y al francés en el que Lake se enfoca en el tema de lo que en China se llaman “sobras de mujer”.
Es un término en mandarín que -aclara- no tiene un sentido tan peyorativo como en español.
De hecho, más que desprecio esas mujeres que posponen o descartan el matrimonio causan “preocupación” a sus familiares, que quieren ayudarlas en una situación que creen que no las beneficia, dice la autora, que aprendió mandarín en China.
LA BIOLOGÍA DEFINE A LA MUJER EN CHINA
“En China la mujer se define mucho por la biología. Ahí se considera que la edad ideal para tener hijos es como a los 25”, apunta, para señalar que, aunque es algo que sucede y ha sucedido en otras culturas, en el caso chino tiene particularidades.
Para Lake, las “sobras de mujer” son una causa no deseada de la política de hijo único que estuvo vigente en China durante 40 años, combinada con los grandes cambios económicos y sociales ocurridos desde 1989 en un país devenido en una superpotencia.
“China ha cambiado un montón. Las mujeres han sido las protagonistas de este cambio. Yo diría que, sobre todo, las mujeres hijas únicas que no tuvieron hermanos y precisamente por eso muchas más oportunidades y que se han constituido en una ‘superclase'”, subraya.
El libro ahonda también en los efectos de aspectos demográficos de China como que una no desdeñable cantidad de los hombres solteros residen en las áreas rurales, lo que los hace geográfica, económica y educativamente incompatibles con las “sobras” que generalmente viven en la ciudad.
Esas mujeres -explica- tienen otras prioridades y no es que no quieran casarse o tener hijos, es simplemente que quieren la libertad de poder elegir tanto si hacen lo que se espera de ellas como a qué edad lo hacen.
Pero en China “la cultura no ha evolucionado de manera tan rápida como la economía” y sus familiares las ven en un “estado de urgencia” y constantemente les preguntan qué pueden hacer para ayudarlas a encontrar pareja y tener una familia antes de que sea tarde.
Ellas deben resistir la presión en una sociedad con un enorme respeto por los mayores, agrega.
“Son cosas que ya los países occidentales han vivido” y que se empieza a ver en África y “estamos viendo en Irán ahora mismo”, dice.
DE CHINA A CUBA
Su larga estancia en China marcó a Lake, quien decidió que quería ser corresponsal en Cuba para The Economist porque sentía “fascinación” por ese país, pero también porque pensaba que iban a llegar “grandes cambios” como ocurrió en la superpotencia asiática.
Pero “al final no fue así”, dice con cierto deje de pesar porque la normalización de relaciones con EE.UU. a partir de 2015 no diera como resultado la apertura de Cuba.
Su interpretación es que de parte del Gobierno cubano no había verdaderas “ganas de abrirse”, pero se dejó llevar por el “carisma” del entonces presidente de EE.UU., Barack Obama, y porque necesitaba “un plan B” cuando las cosas en Venezuela, su principal apoyo económico, empezaron a ir mal.
“En China habían ganas de cambiar el modelo y de echar para adelante y de abrir, de ser razonables y de respetar las normas de la economía. Y en Cuba nunca había eso y no lo hay. Y hasta que se vaya el gobierno no creo que lo haya”, subraya.
Lake, que reside en Nueva York y viaja a la isla cuando tiene algún tema informativo entre manos, dice que “hay dos bloqueos en Cuba, el de Estados Unidos y el bloqueo interno de Cuba. Si mañana quitas el de Estados Unidos, realmente no cambiarían demasiadas cosas porque ese bloqueo interno no deja pasar nada”, subraya.