Oaxaca (México), 13 dic (EFE).- Un grupo de migrantes hondureños avanza por el sur de México mientras va pendiente de los resultados de los partidos del Mundial de Fútbol Qatar 2022 con un balón de colores en sus manos y la esperanza puesta en la selección de Argentina.
Los migrantes caminan por las calles de Juchitán, en el sureño estado Oaxaca, donde portan orgullosos la camiseta deportiva hondureña y ondean la bandera nacional de su país.
El grupo lo lidera Dupre José, de 29 años de edad, quien viaja con sus dos hijos de 6 y 9 años de edad que entretienen su camino con el balón de fútbol.
Caminan uniformados y han encontrado en la selección de Argentina un consuelo para que sea un equipo latinoamericano el que gane la copa del mundo 2022, ya que el equipo de Honduras no calificó para jugar en este campeonato.
“Disfrutamos del mundial en el camino, apoyamos también a México porque es nuestro país anfitrión que nos está recibiendo, nosotros venimos a la suerte, sin documentos, sin nada, y de vez en cuando nos jugamos un partidito”, cuenta Dupre a EFE.
MIGRANTES EN BUSCA DE AYUDA
A la par de su pasión por el fútbol, los migrantes se organizan para ir al mercado municipal a pedir ayuda a los habitantes de Juchitán, a quienes describen como “buenas personas que se quitan la playera (camiseta) para dártela”.
Dupre se desempeñaba como mecánico automotor en el departamento de Olancho, en Honduras, cuando su esposa abandonó la familia y dejó a sus dos hijos, quienes ahora secundan el deseo de su padre de llegar a Estados Unidos a cambiar su vida.
En la ruta los acompaña Andrés Armando de 27 años y de oficio soldador, a quien le encanta también el fútbol, por lo que ahora sigue su travesía pendiente de los encuentros en Catar.
Su deseo es que le paguen en dólares para mandárselos a su madre de 67 años, quien se quedó en Honduras.
“Allá lo que se gana en un día son 100 o 150 lempiras (entre 4 y 6 dólares)”, lamenta sobre la situación en Honduras. “Se ganan menos de 1.000 lempiras (cerca de 40 dólares) en dos semanas y se acaban pagando la canasta básica, en comidas”, añade.
EL DESEO INFANTIL DE MIGRAR
Con estos adultos, también viaja Josué, un adolescente de 16 años de edad, que juega fútbol con los niños.
“Le vamos a Messi porque Argentina va ganando, nos emocionamos con el mundial y de vez en cuando que nos quedamos ahí en una esquina o banqueta nos echamos un partidito”, narra mientras toma un descanso en las calles de Juchitán.
Pero detrás de estos juegos está la realidad de los hijos de Dupre José, quienes desde hace un año dejaron de estudiar y truncaron momentáneamente su educación en el primer y tercer grado de primaria para seguir el camino del padre.
Como ellos, miles de migrantes se encuentran aún en tránsito por el Istmo de Tehuantepec, en el sureste de México, desde que el Instituto Nacional de Migración (INM) instaló el 5 de agosto pasado un centro de regularización en el municipio de San Pedro Tapanatepec, en Oaxaca.
Durante octubre y noviembre, más de 12.000 migrantes se concentraron en esta municipalidad colindante con Chiapas, estado fronterizo con Guatemala, para buscar un documento migratorio.
La región vive un flujo migratorio récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detuvo en el año fiscal de 2022 un número inédito de más de 2,76 millones de indocumentados.