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Washington, 22 sep (EFE).- Los directores ejecutivos de los siete mayores bancos de Estados Unidos se comprometieron este jueves ante un comité del Senado a mejorar la seguridad del sistema de pagos por móvil Zelle, que es propiedad de seis de esas entidades y que es utilizado regularmente por estafadores.
Los ejecutivos se negaron, sin embargo, a devolver todo el dinero que sus clientes pierden cuando son víctimas de una estafa a través de Zelle, y defendieron que ya devuelven el importe íntegro cuando se trata de transacciones no autorizadas.
Muchas personas autorizan pagos a través de Zelle a remitentes que no conocen y que se presentan como trabajadores de una sucursal bancaria, por ejemplo.
En la mayoría de los casos, los bancos solo devuelven una parte de este dinero a los clientes estafados, una decisión que fue criticada por varios senadores del Partido Demócrata, entre ellos la exaspirante presidencial Elizabeth Warren.
“Creasteis la herramienta perfecta para que usen los criminales. Y la están usando”, espetó la senadora a los siete ejecutivos, que durante varias horas estuvieron respondiendo a las preguntas (y los reproches) de ambos lados de la bancada.
DEMASIADO PROGRESISTAS O DEMASIADO EGOÍSTAS
Ninguno de los principales responsables de los mayores bancos del país, entre los que se encuentran entidades como Wells Fargo, JP Morgan Chase o Bank of America, estuvieron a salvo de las críticas de los legisladores, quienes, dependiendo de su signo político, los acusaron de ser demasiado progresistas o de demasiado egoístas.
El senador republicano por Luisiana John Kennedy, por ejemplo, pidió a los ejecutivos “hablar libremente” sobre las inversiones en energías renovables o los paquetes de estímulo gubernamentales, sin preocuparse de ganar “la lotería woke” (progresista pasado de moda).
De hecho, algunos representantes conservadores, como el senador Pat Toomey -que lidera el Comité de Banca, Vivienda y Urbanismo junto al demócrata Sherrod Brown-, criticó las promesas de algunas de estas entidades financieras de alcanzar la neutralidad de carbono en sus inversiones para el año 2050.
Para Toomey, dejar de invertir en energías fósiles solo hará a Estados Unidos más dependiente del gas ruso “como le sucede a Europa”, y criticó los esfuerzos del Gobierno del presidente Joe Biden por desincentivar la inversión en actividades que contribuyen al calentamiento global para acelerar la transición energética.
Otros acusaron a los bancos de tratar de entorpecer las ventas de armas de fuego, y criticaron sus iniciativas para pagar a las empleadas que necesiten viajar a otros estados para abortar después de que una sentencia del Tribunal Supremo a finales de junio hiciera más difícil acceder a este derecho en el país.
ASFIXIANDO A LOS MÁS VULNERABLES
Los representantes progresistas, por su parte, acusaron a los directivos de asfixiar a sus clientes más vulnerables, especialmente a los latinos y los afroamericanos, mientras que sus empresas ganan beneficios multimillonarios año tras año.
Uno de los principales asuntos en los que se centraron los demócratas fueron las tasas por sobregiro, es decir, el dinero que cobran de más los bancos a sus clientes cuando no tienen suficientes fondos en la cuenta para pagar una transacción y el banco la paga de todos modos.
Entre las siete compañías representadas en la sesión, algunas, como Wells Fargo o Bank of America, ofrecen cuentas a sus clientes que no cobran tasas por sobregiro.
La gran mayoría de estos bancos, sin embargo, se negaron a eliminar por completo estas tasas -como sí hizo a mediados de junio Citigroup- defendiendo en su lugar la importancia de dar “diferentes opciones a sus clientes”.
Estas tasas suelen afectar principalmente a las personas que no tienen ingresos estables.
Según datos de 2017 de la Agencia para la Protección Financiera de los Consumidores (CFPB, en inglés), un 70 % de las tasas por sobregiro se cobran a cuentas con fondos entre 237 y 439 dólares de media.
MÁS REGULACIÓN, MENOS AYUDAS
Los directivos se defendieron de estas críticas y pidieron que el Gobierno estadounidense reduzca el gasto en programas de ayudas, que en su opinión contribuyen a aumentar las presiones de la inflación.
También aseguraron que sus empresas son lugares de trabajo diversos, y sacaron pecho de sus esfuerzos por aumentar la contratación de mujeres y personas afroamericanas.
En la mesa de los directivos, sin embargo, solo había una mujer -la directora ejecutiva de Citigroup, la escocesa Jane Fraser-, mientras que el resto eran hombres blancos de edad avanzada.
Los ejecutivos pidieron a los legisladores, además, que regulen las empresas de pagos por teléfono móvil que operan al margen de los grandes bancos, y se negaron a ser imparciales en el caso de que sus empleados busquen sindicarse.
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