El metabolismo es el proceso por el que nuestro cuerpo produce y quema energía a partir de los nutrientes de los alimentos que comemos. Esa energía, gestionada según nuestras necesidades y condiciones físicas, es la que utiliza nuestro organismo para moverse y cumplir las funciones “silenciosas” cuando estamos en reposo. Para ello, todas las células, tejidos y órganos de nuestro cuerpo están involucrados en este proceso que se realiza de forma constante. De hecho, el metabolismo es fundamental para respirar, hacer la digestión, regular la temperatura corporal, hacer que la sangre circule e, incluso, nos ayuda a pensar y hablar. Asimismo, es un factor clave para estar en forma y, por ende, influye en el control del peso. La energía que un alimento le brinda al cuerpo se mide en calorías, y cuando consumimos más calorías de las que necesita el cuerpo, estas se acumulan en forma de grasa, es decir, si consumimos más calorías de las que quemamos, engordamos. Si sucede lo contrario, adelgazamos.
Metabolismo lento a partir de los 50: Muchas veces se culpa al metabolismo de ser el causante de nuestros kilos de más, algo que se acentúa a medida que se van cumpliendo años. Es entonces cuando el metabolismo se ralentiza y dificulta que las calorías se transformen en energía, por lo que acaban convirtiéndose en esos molestos michelines. Con la edad el metabolismo se ralentiza y dificulta que las calorías se quemen tan rápido Pasados los 50 necesitamos menos energía y acumulamos más fácilmente ciertas reservas en forma de grasa al realizar actividades menos intensas. Por este motivo, si necesitas quemar más energía, hay ciertos métodos que pueden ayudarnos. Obviamente, no se trata de obrar el milagro, sino de echar una mano con ciertos aliados. La dieta que seguimos o la temperatura de las bebidas pueden ser un revulsivo para acelerar el metabolismo. El sueño, el ejercicio físico o llevar una vida sin estrés también ayudan a lograr este objetivo. Con un poco de esfuerzo y con algo de tiempo, los resultados serán visibles.
Una dieta rica en proteínas: Una dieta rica en alimentos proteicos ayudará al metabolismo a utilizar la energía acumulada para su digestión. Es lo que se conoce como el efecto termogénico de los alimentos, que exige un gasto extra de calorías para absorber y procesar los nutrientes de la comida, así como poder adelgazar. Las proteínas son saciantes, por lo que sus digestiones son más lentas y demandan más energía para llevarse a cabo. De ahí la fórmula de las dietas cetogénicas o dietas keto. Por lo tanto, para acelerar el metabolismo no hay nada mejor como introducir pollo, ternera, carnes rojas o pescados en tu alimentación.
Por otro lado, el consumo moderado de bebidas estimulantes, como café y el té, favorece la estimulación gástrica y la quema de energía ya que supone un gasto de grasa mayor a otras bebidas. Asimismo, al beber agua fría (medio litro en una hora) nuestro cuerpo se verá obligado a recuperar su temperatura habitual, ya que ha sido rebajada al ingerir esta agua. Con ello conseguimos quemar más energía y logramos un efecto saciante que nos llena cuando comemos. El consumo moderado de café favorece la estimulación gástrica y la quema de energía Por último, hay que tener en cuenta que la falta de sueño genera más cortisol, que es la hormona que descontrola la sensación de hambre y saciedad, provocando que se coma más de la cuenta. Po el contrario, si se duerme más se queman más calorías ya que el metabolismo tiene que regular la temperatura corporal que baja mientras dormimos y eso conlleva más gasto energético.