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Miami, 5 sep (EFE).- Cerca de un millar de joyas y raros artefactos del galeón español Nuestra Señora de Atocha recuerdan el 400 aniversario de su hundimiento a causa de un huracán en el museo de Cayo Hueso (Florida) que fue fundado por el hombre que descubrió su fabuloso tesoro en 1985.
Tras 16 años de búsqueda obstinada y en un tiempo en que España, pasiva, se desentendía de su patrimonio subacuático, el polémico cazatesoros estadounidense Mel Fisher (1922-1998) dio con las riquezas del “Atocha”, el más famoso de los siete barcos que se hundieron en el Estrecho de Florida el 6 de septiembre de 1622 con un importante cargamento de oro y plata.
En 1985 el valor del pecio fue calculado en más de 500 millones de dólares.
Ahora, esta conmemoración del museo que lleva el nombre de Fisher quiere devolver su esplendor no solo a los tesoros recuperados del Atocha, sino a algo también de sumo valor: la historia de España ligada al Nuevo Mundo a través de las gentes y la aventura que protagonizaron en los galeones naufragados.
“Los eventos que rodean el 400 aniversario del hundimiento de la flota de 1622 se centrarán, sobre todo, en las historias de los barcos y las personas que navegaron en ellos, con reseñas de los objetos recuperados del Atocha”, dijo hoy a Efe Corey Malcom, director de Arqueología del Museo Marítimo Mel Fisher.
LOS GALEONES ERAN “GRANDES IGUALADORES”
La diversidad cultural y de gentes a bordo de los galeones de la Flota de Tierra Firme de 1622 era tal que, en palabras de Malcom, se podría hablar de “pequeñas ciudades en el mar contenidas por las paredes de los barcos”.
Marineros, soldados, sacerdotes, empresarios, funcionarios de la Corona, sirviente y esclavos, españoles y mestizos, procedentes de todos los ámbitos de la vida, “tenían que reunirse en estos espacios reducidos”.
“¡Los barcos eran grandes igualadores!”, exclama al referirse a estos barcos que se hundieron cargados de toneladas de plata, perlas, lingotes de oro y piedras preciosas en sus bodegas dos días después de su partida desde La Habana rumbo a Sevilla.
La investigación de Malcom y su equipo les ha permitido relacionar los objetos recuperados del Atocha y del Santa Margarita (cuyo pecio fue hallado por Fisher y sus cazatesoros en 1980) con las historias personales de los que los poseyeron o usaron.
La mayoría de las piezas expuestas ya se han contemplado antes, pero las galerías del museo se han ampliado para esta celebración y se ha dado relevancia a artefactos como un astrolabio o platos de cerámica “que sobrevivieron 400 años bajo el agua y que parecen casi modernos”, destaca.
Como curiosidad se muestran nueces, avellanas, pimientos, pasas semillas e incluso partes de insectos, “artículos importantes porque demuestran lo que gente comía en los galeones”.
“¡Y ahora también sabemos que la gente tenía que compartir su comida con insectos!”, dice con asombro, para subrayar que resulta imposible poner un valor monetario a los pecios recuperados.
Quiso dejar claro que el museo no se desprende de sus artefactos, por lo que “el valor está en las historias que estos pueden contar sobre la vida hace mucho tiempo”.
¿DESTRUCCIÓN DE LOS YACIMIENTOS O NEGOCIO LEGAL?
En cuanto a la polémica en el seno de la comunidad arqueológica sobre la legalidad o no de la recuperación de los pecios por Fisher, Malcom hizo hincapié en que su “esfuerzo fue totalmente legal y ganó los derechos del sitio, hasta llegar la Corte Suprema de EE.UU”.
De hecho, el arqueólogo defiende que Fisher, “un soñador fuera de lo normal que hizo algo que muchos decían que era imposible”, entendió que “los naufragios eran significativos y dedicó mucho tiempo y dinero para documentarlos correctamente”.
El programa de conmemoración en Cayo Hueso, en el extremo sur de Florida, incluye la proyección de documentales, ponencias, firma de libros, concursos, diversos actos culturales y la colocación en una calle de la ciudad de una placa en homenaje al famoso buscador que falleció en 1998 a los 76 años.
“El mayor legado de Mel es su ejemplo de no renunciar a algo en lo que crees, incluso frente al dolor y una adversidad terribles”, afirma Malcom al hablar con entusiasmo de la historia del galeón más famoso del mundo y de una industria, la de los cazatesoros y su aura romántica, que muchos consideran una de las más destructivas de la historia y cuyo oro y plata acaba muy menudo en subastas.
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