Mérida (México), 2 mar (EFE).- Entre todas sus historias como encordador, el mexicano Alfredo Olivares guarda una que mantiene a salvo de las redes sociales: Fue el tejedor de las raquetas con las que el español Rafa Nadal ganó su penúltimo torneo de la ATP.

“Esa vez, en Acapulco en el 2022, usó seis, cuatro de ellas para los partidos y dos de prácticas. Me pedía una tensión de 25 kilos y agradecía cuando se las tenía listas”, confesó este domingo a EFE Olivares, miembro del grupo de elegidos para tejer las raquetas de los tenistas profesionales.
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Son los cómplices anónimos de los héroes del tenis. Gracias a su arte, lo jugadores realizan sus proezas en la pista, lo que pocos reconocen.
Olivares, con experiencia en el Abierto de Australia, el primer ‘Grand Slam’ del año, es un memorioso, capaz de recitar las características de las raquetas de los mejores jugadores de la ATP y la WTA y de contar la manera de ser de varios de ellos.
“Rafa era un caballero. Al principio mandaba a su entrenador Carlos Moyá a recoger el equipo, luego venía él mismo. Lo recuerdo como un tipo sencillo; una vez en el hotel vino a sentarse con nosotros, aceptó tomarse fotos y regalarnos firmas”, confiesa.
El mexicano tiene a Nadal como su jugador modelo del tour. Admira la vitalidad de su carrera con 22 Grand Slam ganados, pero prefiere la parte humana del manacorí ya retirado.
“Un día estaba practicando en el estadio de Acapulco; se corrió la voz y la gente empezó a llegar. De pronto eran centenares; la policía cerró el paso para no ocasionarle molestias al jugador y el español pidió reabrir las puertas porque a él no le estorbaban las personas”, recuerda.
Mientras tejen las cuerdas de las raquetas en los circuitos profesionales de hombres y mujeres, los encordadores imaginan que, horas después de su labor, los artistas del tenis realizarán sus hazañas.
“El alemán Alexander Zverev es de los clientes más exigentes, nos lleva cinco raquetas, pero en medio de un partido puede mandar a encordar tres o cuatro; la española Paula Badosa, que usa una tensión de 26.5 kilos, a veces también necesita nuevas cuerdas entre set y set y debemos estar atentos para no fallar”, cuenta.
El serbio Novak Djokovic, que usa una tensión parecida a la de Rafa, vino a México en el 2017 y a Olivares le tocó dejarle preparado su equipo. Lo recuerda accesible, algo diferente al australiano Nick Kyrgios, quien imponía respeto.
“Era huraño y no nos acercamos porque parecía que iba a morder”, recuerda.
Olivares es uno de los que ha encordado esta semana las raquetas de las jugadoras del Abierto de tenis de Mérida, torneo 500 de la WTA que termina este domingo con la final entre la colombiana Emiliana Arango y la estadounidense Emma Navarro.
Es una experiencia más en el circuito femenino del hombre que ha sido cómplice de varias de las mejores tenistas del mundo y tiene en mente las exigencias de la mayoría: La bielorrusa Aryna Sabalenka, primera del ránking, usa más o menos 24 kilos de tensión, la polaca Iga Swiatek, 25,5 y las estadounidenses Coco Gauff y Jessica Pegula piden 52 libras, poco más de 23 kilos.
Hay figuras que juegan con raquetas de poca tensión, como el francés Adrian Mannarino, quien necesita10 kilos. En el otro extremo está la jugadora de dobles noruega Ulrikke Eikeri, que juega con más de 40. “En su caso debemos tener cuidado porque la cuerda, de poliester, se puede reventar al menor descuido”, explica.
Los encordadores son un almacén de historias que casi siempre se guardan para sí mismos. Conocen las mañas de los héroes del tenis, pero también aprecian la parte humana.
“Hay una fuera del top 20 con las que nos encanta coincidir, la colombiana Camila Osorio. Es un lujo trabajar para alguien que irradia tanta alegría. Ella usa raquetas con unos 20 kilos de tensión”, confiesa Olivares.