Washington, 21 oct (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) arrancan este lunes sus reuniones anuales, que llegan en un tiempo convulso de conflictos internacionales, fragmentación, bajo crecimiento y deuda elevada, en el que es más necesario que nunca que los gobiernos actúen para que las previsiones mejoren.
Así lo afirmaron hace unos días los líderes de ambas instituciones de, Kristalina Georgieva y Ajay Banga.
En su tradicional discurso previo a estas reuniones, la directora gerente del FMI alertó el jueves del “futuro difícil” por el bajo crecimiento y la elevada deuda y urgió a los gobiernos a trabajar para reducirla y a “reconstruir los amortiguadores para el próximo shock, que seguramente llegará”, tal vez antes de lo esperado.
Desde hoy y hasta el viernes, en las sedes de ambas instituciones se celebrarán ponencias y reuniones de alto nivel donde participarán ministros, presidentes de bancos centrales y otras autoridades económicas, quienes dialogarán sobre el estado de la economía mundial y los retos futuros.
El FMI presentará además varios informes económicos. Entre ellos, el martes publicará la actualización de sus perspectivas económicas globales (el reporte WEO, por sus siglas en inglés).
Georgieva adelantó que se verá que “China se está desacelerando”, que “la India y otras partes de Asia se están acelerando” y que a Estados Unidos le está yendo “bastante bien, mientras que Europa puede hacerlo mejor”.
Según las últimas previsiones publicadas en julio, la economía global crecerá el 3,2 % este año y el 3,3 % el que viene, niveles pobres que se mantendrán a medio plazo.
Y es que, según Georgieva, pese a que se ha logrado superar la crisis inflacionaria global sin entrar en una recesión, hay poco que celebrar.
“No esperen fiestas de la victoria la semana que viene”, afirmó la economista búlgara, quien expresó su deseo de que los formuladores de políticas se vayan de Washington “tan asustados” como para ponerse “a trabajar a toda marcha”.
La deuda pública, el gran problema
Uno de los temas protagonistas de estas reuniones será la excesiva deuda pública y el aumento del déficit. El miércoles el FMI presentará una actualización de su Monitor Fiscal, en el que actualizará las estimaciones globales y regionales.
Esta pasada semana el FMI ofreció un adelanto del reporte y alertó de que la deuda pública mundial superará los 100 billones de dólares o el 93 % del producto interno bruto mundial para finales de este año, y se acercará al 100 % del PIB para 2030. Esto representa 10 puntos porcentuales del PIB más que antes de la pandemia (2019).
Estas previsiones se dan en un contexto de preocupación “por el creciente conflicto en Oriente Medio y su potencial para desestabilizar las economías regionales y los mercados mundiales de petróleo y gas”, señaló Georgieva, y con los Gobiernos preocupados en aumentar sus gastos en defensa y apostando “por proteccionismo”.
Pese al panorama sombrío actual, Georgieva recordó que, como dice su homólogo en el Banco Mundial, “los pronósticos no son el destino” y está en manos de los gobiernos hacer mucho más.
Son necesarias reformas fiscales, que “no son fáciles” ni populares, así como reformas del mercado laboral. También cambios para eliminar las barreras que impiden la movilización de capital y llevar a cabo políticas para mejorar la productividad, reducir la burocracia, aprovechar el poder de la inteligencia artificial o impulsar el gasto en educación, investigación y desarrollo.
Tiempo de actuar, no de lamentarse
Desde el Banco Mundial también afrontan el evento como una oportunidad para señalar el sentido de urgencia a actuar para revertir la situación y evitar un escenario peor.
En una rueda de prensa celebrada el pasado jueves, Banga afirmó que las reuniones deberían servir no tanto para contemplar los problemas sino para ver qué pueden hacer las multilaterales y Gobiernos para mejorar la situación.
“Cada vez que echamos la vista atrás cinco o diez años se ve que ha habido circunstancias muy difíciles en el mundo, pero claramente siempre encontramos la manera de superarlas”, afirmó.
El encuentro se produce casualmente dos semanas antes de que EE.UU. celebre sus elecciones presidenciales, en las que se enfrentarán la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, un tema que probablemente se cuele en los pasillos ya que su resultado será determinante para la economía mundial a corto plazo.
Desde las instituciones prefieren no hablar del tema. El Banco Mundial, señalaba Banga, no dedica tiempo a “especular” sobre algo cuyo desenlace es impredecible.