Washington, 18 oct (EFE).- La carrera por la Casa Blanca se intensificó este viernes en Míchigan, donde Kamala Harris y Donald Trump, prácticamente empatados en las encuestas a solo 18 días de las elecciones, se lanzaron a una frenética búsqueda del voto obrero en uno de los estados clave que definirá el futuro del país.
La vicepresidenta arrancó la jornada en la ciudad de Grand Rapids, en el condado de Kent, una zona tradicionalmente conservadora al oeste de Míchigan en la que Trump se impuso en 2016 pero donde el presidente estadounidense, Joe Biden, logró ganar en 2020.
Harris se comprometió a revitalizar la importante industria del automóvil en Míchigan e instó a los ciudadanos a no creerse las “promesas vacías” de Trump.
“Juntos, renovaremos las fábricas existentes, contrataremos mano de obra local y colaboraremos con los sindicatos para crear empleos bien remunerados. Esto incluye empleos que no requieren un título universitario”, dijo la candidata demócrata.
La edad, un problema para Trump
Hasta hace tres meses todos los ojos estaban puestos en la edad de Biden, pero con su retirada, los 78 años de Trump empiezan a pesa a la candidatura.
Harris se hizo eco de las informaciones que apuntan a que el trajín de la campaña está haciendo mella en Trump, exhausto con todos sus compromisos.
“Su propio equipo de campaña ha dicho recientemente que (cancelar compromisos) se debe al agotamiento. Bueno, si estás agotado en la campaña, eso plantea serias preguntas sobre si es apto para el trabajo más difícil del mundo”, dijo la vicepresidenta.
Después de Grand Rapids, Harris se dirigió a Lansing, donde dio un discurso en un local del poderoso sindicato United Auto Workers y terminó la jornada con otro mitin en el condado de Oakland, en las afueras de Detroit, donde siguió apelando a la clase trabajadora.
“Donald Trump está haciendo las mismas promesas vacías que hizo en el pasado, esperando que olviden cómo les decepcionó la última vez”, dijo.
Trump, de hecho, también estuvo este viernes en el condado de Oakland en una mesa redonda junto a vecinos y un posterior mitin nocturno en Detroit.
Los cimientos del 'muro azul'
Míchigan, junto con Pensilvania y Wisconsin, conforman el denominado 'muro azul', llamado así por haber estado dominado durante décadas por los demócratas, pero que Trump logró conquistar en 2016, resquebrajando el voto de parte de la clase trabajadora.
En este territorio tradicionalmente obrero, Harris se enfrenta a dos desafíos: el tibio respaldo de los sindicatos, que han mostrado menos entusiasmo por ella que por otros candidatos en el pasado, y el distanciamiento de la comunidad árabe, crítica con el apoyo de la Casa Blanca a Israel en la guerra en Gaza.
De hecho, Harris aprovechó el mitin en las afueras de Detroit para insistir en que la muerte del líder de Hamás, Yahya Sinwar, “puede y debe ser un punto de inflexión” para “poner fin” a la guerra de Israel en Gaza.
El mitin de Trump en Detroit supuso su regreso a la ciudad tras sus polémicas declaraciones de la semana pasada, cuando advirtió que “todo el país acabará como Detroit” si Harris llega a la Casa Blanca, en alusión a la grave crisis que atravesó la urbe durante años, con una importante pérdida de población y el cierre de fábricas.
Las encuestas muestran un empate técnicos entre los dos candidatos en Míchigan, si bien Trump ha recortado distancias en las últimas semanas. Según el promedio de encuestas de FiveThirtyEight, Harris cuenta con un 47,5 % de respaldo frente al 47,2 % del republicano.
La batalla por Míchigan, de 8,4 millones de votantes, promete ser reñida: Trump se impuso en 2016 por apenas 11.000 votos, mientras que Biden ganó en 2020 con 155.000 apoyos.