Ciudad de México, 15 oct (EFE).- Los cortometrajes ‘Hasta que el Alma baile’, de Karla D. Oceguera, e ‘Impronta’, de Rafael Martínez-García, presentados a concurso en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), que comienza este viernes, sumergen al espectador en historias de mujeres mexicanas que, sin excesos dramáticos, afrontan problemas de la realidad en México como la desaparición forzada o los trabajos de cuidado no remunerados.
D. Oceguera, directora de ‘Hasta que el Alma baile’, narra la vida de Alma, una mujer de mediana edad que siente un enorme fervor por practicar la danza, pero pasa gran parte de su tiempo cuidando de su madre enferma.
En esta corta obra, que afronta un dilema por el que pasan muchas mujeres mexicanas, la directora tenía la intención de un lenguaje “mucho más accesible, colectivo y popular”, para acercarse a un público más amplio.
“Quiero hacer un cine que a mi mamá le gustaría ver (…), y que sea como esas películas que le gustan y dice '¡Ay, me gustó mucho porque al final era alegre'!”, explicó a EFE la cineasta, quien también compartió su necesidad de sembrar “una semillita de esperanza” para que el final de Alma pueda ser el de más personas que se dedican al cuidado de sus seres queridos.
'Impronta', el cortometraje de Martínez-García, ofrece un tono más pesimista que el de D. Oceguera, pues presenta como protagonista a una madre que en 2034 revive una y otra vez sus recuerdos mediante la tecnología ‘Impronta’ para saber qué pasó con su hija, quien parece estar desaparecida.
En esta distopía, Martínez-García plantea en su pieza que en los próximos 10 años el problema de la desaparición forzada seguirá latente en México.
Además cree que en realidad la desaparición “seguirá siendo una llaga, una herida que seguirá abierta” dentro de una década, aunque exista una tecnología como la de 'Impronta'.
Los dos entrevistados coinciden en un mismo punto: a sus protagonistas les ha fallado el sistema, a ambas les han arrebatado sus derechos y una respuesta de las instituciones.
Ante tal carencia la opción es “rebelarse” para buscar su propia “justicia restaurativa”, una que tanto se ha visto en México en los últimos lustros.
“Acabamos de vivir el décimo aniversario de los 43 (estudiantes desaparecidos) de Ayotzinapa, la herida sigue muy abierta, las cosas (en torno a los desaparecidos) no han cambiado mucho probablemente”, sentenció el director.
La solución se encuentra en lo colectivo
Ante la falta de soluciones, D. Oceguera resuelve que “en colectivo” se logran más avances y en especial para la mujer, a la que se le han otorgado en Latinoamérica “todas las tareas de cuidado, desde alimentación o limpieza a lo emocional”.
“Colectivamente se pueden hacer más cambios que estando una sola y muchas veces la sororidad viene de eso, de 'yo te echo la mano y tú me echas la mano y nos vamos echando la mano entre todas y todos’”, defendió la cineasta de Michoacán.
En el caso de la industria, para la autora es relevante que se continúe apoyando al cine hecho por mujeres, aunque reconoce que la industria es todavía “un poco excluyente” y que sigue resultando difícil contar con los recursos necesarios para producir.
‘Hasta que el Alma baile’ ganó el concurso de guiones ‘Nárralo en primera persona’, una convocatoria del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) en la que solo pueden participar mujeres que cuentan historias con temas como el acoso o el hostigamiento laboral, además otorga premios de 50.000 pesos (casi 2.500 dólares) para impulsar los proyectos de las creadoras.
Ambos cortometrajes participan junto a otros 15 y un largometraje en la sección Michoacana del FICM, donde compiten solo obras cinematográficas dirigidas por michoacanos de nacimiento o residentes en el estado mexicano.