Los Ángeles, 18 ago (EFE).- Desde las primeras producciones de “cine racial” para la salas segregadas de los años 20 hasta el éxito del “blaxploitation” en los 70, el cine afroamericano es protagonista de una exposición en la que el Museo de los Óscar recuerda a las estrellas y directores olvidados por los grandes estudios de Hollywood.
Bajo el título de “Regeneration: Black Cinema”, la Academia de Hollywood inaugura este domingo un ambicioso recorrido por la historia oculta del séptimo arte entre 1898 y 1971, etapa en la que un buen número de cineastas trabajaron de manera independiente, a veces clandestina, para rodar historias que reflejaran a la comunidad de raza negra en Estados Unidos.
“Las personas negras hemos estado presentes en el cine desde su mismo comienzo. Ahora por primera vez podemos admirar su historia en toda su riqueza y exuberancia”, afirmó la directora y productora Ava DuVernay (“Selma”), durante la presentación de la exposición.
A pesar de lo que pueda sugerir una primera descripción, el museo ha tratado de alejarse de la pura reivindicación política en la colección de escenas, carteles, guiones y vestuario que ha reunido.
El recorrido abre con un beso. El que grabaron Saint Sutlle y Gertie Brown para una escena del corto “Something Good – Negro Kiss” de 1898, considerada la primera muestra de afecto entre una pareja afroamericana rodada en el cine.
La tímida muestra de cariño entre los dos intérpretes marcó un punto de inflexión a la hora de representar a la población afroamericana sin los estereotipos y prejuicios que dominaban entonces, pero el filme cayó en el olvido hasta que en 2016 se encontró una copia en EE.UU. y más tarde otra en Noruega.
A partir de entonces surgió un género, conocido como “cine racial”, por el que productoras independientes comenzaron a rodar filmes específicamente para audiencias afroamericanas.
La primera compañía que apostó por este tipo de cintas, The Lincoln Motion Picture, se inauguró en Los Ángeles en 1916, “al margen de los estudios de Hollywood” y buscando financiación de maneras alternativas, recordó a Efe Raúl Guzmán, uno de los comisarios del museo.
“Se exhibían en cines independientes o en horarios especiales para espectadores afroamericanos. También en iglesias y centros comunitarios. Llegaron a ser muy populares”, añadió.
En plena segregación racial, las tramas de muchas de esas cintas contaban historias de superación como “The Colored American Winning His Suit” (1916), cuyo protagonista era un esclavo liberado que compraba las tierras de su dueño, pero también cumplían con una de las funciones principales del cine: la evasión.
“Había muchas temáticas: dramas, misterio, películas de terror… y un gran interés por las tramas de tipo religioso. Además mostraban personajes más complejos que los que aparecían en el cine de Hollywood”, explicó el comisario.
Sin embargo, la mala conservación de muchos de los celuloides ha llevado a que los carteles promocionales sean en la mayoría de casos la única muestra de la existencia de este tipo de cine.
Otras galerías recuerdan los nombres de personas como Josephine Baker, la primera actriz afroamericana que protagonizó una superproducción (“Siren of the Tropics” en 1927), o los Nicholas Brothers, cuyo baile para “Stormy Weather” (1943) se considera uno de los mejores números musicales de la historia del cine.
Sidney Poitier, el primer actor afroamericano que ganó el Óscar a mejor actor por “Lilies of the Field” en 1964, también tiene un lugar relevante en el recorrido.
Su victoria, en plena lucha por los Derechos Civiles, coincidió con una etapa en la que los grandes estudios veían como su monopolio desaparecía en favor de la televisión, al tiempo que aumentaban el poder adquisitivo y la libertad de la comunidad negra.
Así surgió a comienzos de los años 70 el “blaxploitation”, un ‘boom’ con el que las películas dirigidas y protagonizadas por cineastas de raza negra comenzaron a gozar de mayores presupuestos, promoción y exhibición comercial, gracias a impulsores como Gordon Parks, Melvin Van Peebles y Ossie Davis.
La exposición encaja con la tónica de un museo, inaugurado hace un año, en el que la institución encargada de entregar los Óscar no solo celebra sus cintas más laureadas, sino que también reconoce sus errores, vergüenzas u obras injustamente ignoradas.
“Desde que comenzamos a preparar las galerías siempre fue importante rescatar a personas del cine que fueron olvidadas”, apuntó Guzmán.