Washington, 17 ago (EFE).- La biblioteca de la Universidad estadounidense de Michigan tenía desde hace casi un siglo entre sus posesiones más preciadas un manuscrito de Galileo que una investigación interna, publicada este miércoles, ha demostrado que es falso.
Este documento ha resultado no ser autoría del astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano en 1609 o 1610, sino una falsificación efectuada en el siglo XX probablemente por el reputado falsificador Tobia Nicotra.
En la parte de arriba de esa hoja había el borrador de una carta sobre la presentación oficial de Galileo del telescopio construido para el Dogo de Venecia en 1609 y la de abajo incluye anotaciones sobre sus observaciones a las lunas de Júpiter entre el 7 y el 15 de enero de 1610.
La Universidad de Michigan dijo en su comunicado que descubrió por primera vez el manuscrito en una subasta de mayo de 1934, en la que la firma American Art Anderson Galleries puso en venta la biblioteca del coleccionista Roderick Terry.
Esa hoja, según el catálogo, había sido verificada por el cardenal Pietro Maffi (1858-1931), arzobispo de Pisa, tras compararla con una carta de Galileo que ya tenía en su colección.
En la subasta fue adquirida por Tracy McGregor, un empresario de Detroit amante de los libros y de los manuscritos, y sus herederos la donaron a la Universidad en 1938.
La versión final de la misiva que el supuesto Galileo preparaba en la hoja conservada está en manos del Archivo Estatal de Venecia, mientras que sus notas sobre las lunas forman parte de la Biblioteca Nacional Central de Florencia.
En mayo de 2020 hizo saltar las alarmas sobre ese tesoro el historiador Nick Wilding, de la Universidad de Georgia, mientras preparaba una biografía sobre Galileo (1564-1642).
Los monogramas en la marca de agua del papel eran posteriores al siglo XVIII y había detectado además una falsificación similar de Nicotra en manos de la Biblioteca Morgan de Nueva York, en concreto una carta “a una persona anónima de alto rango”.
El historiador transmitió sus dudas a la universidad y los expertos de ese centro educativo examinaron sus conclusiones y determinaron que, efectivamente, era falso.
La biblioteca de la Universidad de Michigan agradeció en su comunicado la alerta de Wilding y avanzó que lo sucedido le obliga a reconsiderar el lugar que otorga a ese documento en su colección y sirve de lección en el ámbito de las falsificaciones.