Washington, 16 ago (EFE).- La oposición a Donald Trump en el seno del partido republicano estadounidense tiene nombre de mujer, el de la congresista Liz Cheney, que con su derrota en las primarias de este martes para las legislativas de noviembre paga el precio político de desafiar al omnipresente exmandatario.
Cheney perdió en Wyoming contra Harriet Hageman por un amplio margen, un resultado anticipado por las encuestas y por los antecedentes electorales de ese estado, donde Trump se impuso en las presidenciales de 2020 con el apoyo de siete de cada diez ciudadanos y 43 puntos porcentuales de ventaja respecto al demócrata Joe Biden.
De los diez congresistas republicanos que votaron a favor del juicio político a Trump en el Senado por incitar a la insurrección en el asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio, del que fue absuelto, solo dos se han impuesto en sus respectivas primarias: Dan Newhouse (Washington) y David Valadao (California).
Hubo cuatro que ni siquiera intentaron renovar mandato – Fred Upton (Michigan), John Katko (Nueva York), Adam Kinzinger (Illinois) y Anthony Gonzalez (Ohio) – y tres que no pasaron el corte: Peter Meijer (Michigan), Tom Rice (Carolina del Sur) y Jaime Herrera Beutler (Washington).
Cheney, de 56 años, era la última de ese grupo de “proscritos” en someterse al escrutinio interno.
“Está en un estado muy republicano con muchos seguidores de Trump, ya había sido censurada por el partido y encabeza (como vicepresidenta) el comité de investigación del 6 de enero. Es una revancha de los partidarios de Trump”, explica a EFE Elaine Kamarck, directora del Centro para una Gestión Pública Efectiva en la Institución Brookings.
La abogada y política estadounidense logró el escaño por primera vez en 2016 y llegó a ser la número tres de los republicanos en la Cámara de Representantes, pero ese liderazgo se resquebrajó en mayo de 2021, cuando el partido la retiró de ese puesto al refutar las denuncias infundadas de Trump de que hubo fraude en las presidenciales de noviembre de 2020 que dieron como ganador a Biden.
Su inclusión en el comité legislativo que investiga el ataque al Capitolio, junto con Kinzinger, acabó de ahondar la brecha con una postura de la que ella no renegaba pese a las amenazas de muerte recibidas. Prefiere servir a los intereses del país, ha dicho, que a los de su partido.
“América no puede permanecer libre si abandonamos la verdad. La mentira de que la elección de 2020 fue robada es insidiosa. Es una puerta que Trump abrió para manipular a los estadounidenses para que dejaran de lado sus principios. Ese es su legado, pero no puede ser nuestro futuro”, dice en su vídeo de campaña.
Esa oposición pública acapara su historial político. “Todo el mundo la admira por su valentía. A la gente le gustan los políticos que asumen grandes riesgos y que siente que están haciendo lo correcto aunque les cueste la reelección”, sostiene Kamarck.
DINASTÍA POLÍTICA
La congresista no era una recién llegada a la escena política. Su padre, Dick Cheney, fue jefe de gabinete de Gerald Ford (1975-1977), secretario de Defensa (1989-1993) bajo el mandato de George H. W. Bush y vicepresidente (2001-2009) en la Administración de George W. Bush hijo.
Ella, madre de cinco hijos con su marido, el abogado Philip Perry, trabajó en el Departamento de Estado antes de su elección en el Congreso y ejerció la abogacía en las firmas White & Case e International Finance Corporation.
Especialista en seguridad nacional y en política exterior, según la define su web profesional, ha colaborado también como analista en la cadena conservadora Fox News y escribió junto a su padre el libro “Exceptional: why the world needs a powerful America”.
Ganar este martes hubiera sido “un terremoto”, según Kamarck, pero su derrota no tiene por qué implicar su muerte política. Su actual mandato finaliza en enero de 2023, el comité del 6 de enero de 2021 retomará los interrogatorios públicos en septiembre y ella no ha descartado presentarse a las presidenciales de 2024.
“No creo que haya demócratas que se lancen a votar por ella, pero claramente muchos independientes lo harían si consiguiera ganar las primarias republicanas, algo que sería difícil pero no imposible”, concluye la analista.