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Nueva York, 12 ago (EFE).- El escritor Salman Rushdie, quien fue apuñalado este viernes en un acto publico en Estados Unidos, llevaba temiendo por su vida desde que publicó el polémico libro “Los versos satánicos” en 1988.
Su obra fue objeto en 1989 de una fetua (decreto religioso) por parte del régimen islámico de Irán, que la consideró como un insulto al Corán, a Mahoma y a la fe islámica.
El 14 de febrero de 1989 el ayatolá Jomeini condenó a muerte al escritor y a los implicados en la publicación del libro, y en 1992 se puso precio a su cabeza: cinco millones de dólares.
Además, el texto fue prohibido en la India, Pakistán, Egipto, Arabia Saudí y Sudáfrica.
Pese a que Rushdie, de 75 años, se retractó públicamente y redactó una declaración en la que manifestó entonces su adhesión al Islam (su religión original), la fetua no fue levantada.
La causa contra el escritor despertó gran interés internacional y en 1989 se creó el Comité Internacional para la Defensa de Rushdie y de sus editores, del que formaron parte The Financial Times, The Guardian, The Independent, Le Monde y El País.
Ni las presiones internacionales ni las donativos de Rushdie con motivo del terremoto que asoló Irán aquel mismo año, sirvieron para calmar el ambiente.
Por aquel entonces decía: “Soy musulmán. Este es un asunto de conciencia y no corresponde a ningún ser humano cuestionarlo”, escribió Rushdie en una carta al diario londinense The Independent en 1991, después de que dos líderes islámicos dijeran que su vinculación con el Islam era inaceptable porque no había retirado la novela.
Su relación con la religión fue cambiado con los años, cada vez con mayor distanciamento y en una entrevista de 2006 con Bill Moyers se describió como un “ateo de línea dura”.
AGRESIONES PRECEDENTES POR EL MISMO CASO
El primer apuñalamiento relacionado con “Los versos satánicos” se dio en Milán, en julio de 1991, cuando Ettore Capriolo, traductor de la obra al italiano, fue acuchillado en su apartamento por un desconocido que se presentó a él como un ciudadano iraní.
Capriolo recibió varios golpes en la cabeza y heridas de arma corta en el cuello, los brazos y el tórax, pero sobrevivió.
Menos suerte tuvo Hitoshi Igarashi, traductor del libro al japonés, que fue asesinado el 12 de julio de ese mismo año en Tokio.
El miedo por su vida no paralizó a Rushdie, quien 1992 recorrió media Europa para movilizar a la opinión pública y convencer a los gobiernos de que presionaran al Gobierno iraní. Sin embargo, necesitaba protección personal en todos sus movimientos.
En 1998 el Gobierno iraní se comprometió ante la ONU a no buscar la muerte de Rushdie como parte de un acuerdo más amplio con Inglaterra para normalizar las relaciones.
Los llamamientos a su asesinato remitieron con los años, pero en 2016 la agencia oficial iraní Fars publicó que cuarenta medios públicos habían recaudado 600.000 dólares para renovar la fetua y ofrecer esa recompensa a quien lo matara.
En 2012, el escritor se vio obligado a cancelar su participación en el Festival de Literatura de Jaipur (India) debido a que, supuestamente, dos sicarios pretendían matarle durante su celebración.
Ni la clandestinidad, ni las amenazas de muerte hicieron que Rushdie renunciara a su oficio, y desde que fue condenado a muerte escribió casi una decena de libros, que van desde “El suelo bajo sus pies” (1999), una historia de amor y música ambientada en Bombay; hasta sus memorias, “Joseph Anton” (2012); pasando por “La decadencia de Nerón Golden” (2017), que está ambientada en el panorama político y cultural de EE. UU. desde la elección de Barack Obama hasta el ascenso de Donald Trump.
Pese a sus éxitos literarios, que empezaron en 1981 cuando publicó “Hijos de la medianoche”, Rushdie dijo que “jamás” recibiría el Premio Nobel debido al “miedo a los islamistas”.
La Academia Sueca, encargada de seleccionar el Premio Nobel de literatura, tardó muchos años, hasta 2016, a repudiar la pena de muerte emitida contra el autor.
En una entrevista con el diario español El Mundo en 2017, Rushdie, que nunca ocultó el alto concepto que tenía de su obra, dijo sobre la Academia sueca: “Jamás me darán el premio Nobel por miedo a los islamistas”.
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