Washington, 15 feb (EFE).- Una presunta amenaza a la seguridad nacional ha sacudido Washington en las últimas horas. Según la Administración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, Rusia estaría diseñando nuevo armamento para derribar satélites extranjeros en el espacio.
Esta información, que surgió de una filtración del Congreso, ha generado todo tipo de especulaciones, ¿pero qué se sabe y en qué consiste la tecnología antisatelital?
¿Qué se sabe hasta ahora?
El revuelo comenzó cuando el miércoles el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, el republicano Mike Turner, publicó un enigmático mensaje sobre una “grave amenaza” a la seguridad nacional que todos los miembros del Congreso tienen que conocer.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, confirmó este jueves que la supuesta amenaza se trata de “una tecnología antisatélites que Rusia está desarrollando”, pero no aclaró si se trata de un tipo de armamento que incluye capacidad nuclear, algo que habían reportado algunos medios.
“No estamos hablando de un arma que pueda ser utilizada para atacar a seres humanos o para causar una destrucción física aquí en la Tierra”, contó.
¿Qué tipos de armas antisatélite hay?
Las armas antisatélite son armamento espacial diseñado para incapacitar o destruir satélites con fines estratégicos militares.
En general este tipo de armas se dividen en dos tipos: las que chocan físicamente contra otros satélites para destruirlos y los que usan otro tipo de tecnología para neutralizarlos, como ciberataques o láseres.
¿Qué dicen los tratado internacionales?
El Tratado sobre el espacio ultraterrestre de 1967, que fue ratificado por la Unión Soviética y del que Rusia forma parte, prohíbe colocar armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva en la órbita de la Tierra, en la Luna o en cualquier otro cuerpo celeste.
Sin embargo, el tratado no impone restricciones sobre el despliegue o desarrollo de armas convencionales en el espacio.
¿Cuándo empezaron a desarrollarse?
La primera arma antisatélite fue desarrollada precisamente por Estados Unidos en plena carrera espacial con la Unión Soviética, después de que Moscú pusiera en órbita en 1957 el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la Tierra.
La Fuerza Aérea estadounidense diseñó entonces el Bold Orion, un misil balístico que fue probado con éxito en 1959, cuando fue lanzado desde un avión y logró derribar un pequeño satélite de la NASA.
Posteriormente, los soviéticos desarrollaron un sistema coorbital capaz de acercarse a los satélites y hacer explotar una ovija con metralla lo suficientemente cerca como para derribar su objetivo.
¿Cómo ha evolucionado esta tecnología?
En los últimos años, algunas potencias han acelerado las actividades militares en el espacio.
China, que entró en la carrera en 2007 destruyendo un viejo satélite meteorológico con un misil balístico, probó en 2021 un sistema de misil FOBS, que permite disparar una ovija nuclear en una órbita terrestre baja.
Ese mismo año, Rusia lanzó un misil antisatélite de ascenso directo para destruir uno de sus satélites, una operación que Estados Unidos calificó de “irresponsable” porque dejó 1.500 piezas de escombros que dificultaron los trabajos de la Estación Espacial Internacional.
En 2022, el Gobierno estadounidense se comprometió a dejar de hacer pruebas de misiles antisatélites e hizo un llamamiento para establecer una normativa internacional para “un comportamiento responsable” en el espacio.
¿Qué ocurre con los escombros?
Una de las grandes preocupaciones de la comunidad científica es la basura espacial que se genera con la destrucción de satélites, porque miles de fragmentos permanecen orbitando alrededor de la Tierra y ponen en peligro futuras misiones espaciales.
¿Qué ha dicho Rusia al respecto?
El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Ryabkov, acusó a Estados Unidos de “inventar historias maliciosas” sobre Rusia al ser preguntado por la agencia estatal TASS sobre los supuestos planes antisatelitales de Moscú.
“Les hemos dicho una y otra vez que las acusaciones infundadas de cualquier tipo no obtendrán ninguna reacción por nuestra parte. Si hacen algunas afirmaciones, al menos deberían presentar pruebas”, añadió Riabkov.