Washington, 29 ene (EFE).- El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, se reincorporó este lunes al trabajo tras haber sido operado de cáncer de próstata e inició la jornada con una reunión con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Austin, de 70 años, recibió el alta el pasado 15 de enero y aunque incluso desde el hospital había seguido desempeñando sus funciones, según indicó el Pentágono, hoy fue el primer día en que volvió físicamente al trabajo.
En ese primer encuentro agradeció a Stoltenberg su liderazgo al frente de la OTAN.
“Le he visto liderar la Alianza en momentos muy difíciles. Ha mantenido la OTAN unida y decidida ante la amenaza más grave a la seguridad transatlántica desde el final de la Guerra Fría. Durante los casi dos años transcurridos desde la invasión injustificada de Ucrania, la OTAN se ha vuelto más fuerte y más unida que nunca”, le comentó.
La reunión de este lunes, según apuntó, tenía como objetivo analizar la manera de fortalecer la seguridad transatlántica.
La agenda de Stoltenberg incluye una reunión este lunes con el secretario de Estado, Antony Blinken, un encuentro el martes con el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y otros líderes del Congreso, un discurso el miércoles en la fundación conservadora Heritage y una visita el jueves a la sede en Tampa (Florida) del Comando Especial de Operaciones de Estados Unidos.
En su cara a cara con Austin, este último dijo sentirse bien, pero todavía recuperándose.
Austin fue sometido el 22 de diciembre a una prostatectomía para tratar su cáncer y posteriormente fue dado de alta, pero el 1 de enero por la noche volvió al centro médico por una infección del trato urinario derivada de la operación y fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos.
Su hospitalización generó una enorme controversia dado que ni Austin ni su equipo informaron a Biden de lo sucedido hasta el 4 de enero, tres días después de haber sido ingresado, y el Pentágono no emitió un comunicado a la prensa hasta el día siguiente, el 5 de enero.
Lo sucedido provocó que tanto el Pentágono como la Casa Blanca revisaran sus respectivos protocolos de información para mejorar la transparencia y garantizar un mayor conocimiento de la situación sobre cualquier eventual traspaso momentáneo de poder.