Guadalajara (México), 26 ene (EFE).- La danza fue el pretexto para que el muralista mexicano José Clemente Orozco creara las obras más alegres y coloridas de toda su obra, que serán difíciles de rescatar debido a su deterioro, dijo este viernes a EFE la especialista Laura González Matute.
“Encontramos que 50 obras sí existieron e incluso existe una lista, esas todas se perdieron y lo que tenemos son algunas en el Museo Carrillo Gil, algunas en alguna galería y dos en el Centro de Restauración, pero con tantos años se deterioraron y quizás la restauración implique mucho trabajo, mucho dinero”, dijo la experta en entrevista en una visita a Guadalajara (oeste de México).
González Matute pertenece al Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del Instituto Nacional de Bellas Artes en México y ha investigado del trabajo de escenografía y vestuario que Orozco realizó para el Ballet de la Ciudad de México, una etapa poco conocida en su obra artística poco antes de su muerte.
Orozco colaboró de 1943 a 1947 con la compañía de danza fundada por la escritora y coreógrafa Nelly Campobello y su hermana, la bailarina Gloria Campobello, en la creación de telones y rompimientos además del diseño de vestuario para obras presentadas en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.
Dichas piezas quedaron en resguardo de Nelly Campobello y tras su secuestro y posterior asesinato estuvieron perdidas mucho tiempo. En los años 90 algunas de ellas fueron encontradas en su antigua casa, pero muchas están aún sin localizar y muy probablemente fueron vendidas en el extranjero, asegura González Matute.
La especialista realizó el documental ‘Murales en movimiento. José Clemente Orozco y las hermanas Campobello’ que fue presentado en el Museo Cabañas de Guadalajara y en el que describe esta fase artística del pintor como “la más alegre” por su paleta colorida lejos de los ambientes sombríos y desoladores que caracterizan gran parte de su obra.
“Conocemos su faceta de los años 20 y 30, en donde es un hombre crítico, que cuestiona mucho, toda la obra alude a la Revolución Mexicana, es de desolación, de muerte, de tristeza, de horror, de tragedia, de guerra. En los años 40, todo el colorido, con azules, amarillos, violetas, hay todo un cambio y, curiosamente, muy alegre”, explicó.
González Matute adelantó que para que el público pueda ver el trabajo de Orozco en su última etapa sería necesario que haya un esfuerzo por digitalizar las imágenes, pues en muchos casos no hay ni siquiera registro fotográfico.
“Tendríamos que recurrir a algo como la digitalización, hay un telón de fondo maravilloso que representa el dolor y hay otro que es revolucionario (con) la bandera y los fusiles y tenemos las imágenes en color, pero no tenemos la obra, entonces si la digitalizamos y la podemos presentar”, concluyó.