Naciones Unidas, 7 dic (EFE).- El presidente ecuatoriano Daniel Noboa reveló hoy en la ONU que recibe amenazas de muerte “casi todos los días” desde hace dos meses, así como los ministros de su gobierno y sus familiares, en una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Noboa viajó expresamente a Nueva York para tomar la palabra en una sesión organizada por la presidencia rotatoria que su país ejerce en el Consejo y que hoy trata sobre la extensión de la delincuencia transnacional y los retos que supone para el mundo.
El mandatario subrayó que su país, considerado durante mucho tiempo un país pacífico, sufre desde hace años un incremento de la violencia sin precedentes que atribuyó no a grupos con una agenda nacional, sino al crimen transnacional que busca “debilitar nuestras fronteras para favorecer sus rutas”.
La razón de que Ecuador haya llevado esta cuestión al Consejo estriba -razonó Noboa- en que la delincuencia transnacional “demanda una contundente y oportuna respuesta transnacional”, y esa va a ser la prioridad de su gobierno: lograr una mayor cooperación internacional en este objetivo, y puso como ejemplo otro fenómeno transnacional como fue la pandemia, que exigió respuestas universales.
El presidente ecuatoriano recordó que el Consejo tiene entre sus cometidos salvaguardar la paz y la seguridad en el mundo, y por ello “debe alentar la cooperación”, propiciar los mecanismos de alerta temprana y apoyar la reforma del sector de seguridad en el mundo.
En esta misma sesión del Consejo tomó la palabra Ghada Wali, directora de la Oficina de la ONU para la Droga y el Delito (UNODC, siglas en inglés), quien expuso que la actividad de las bandas y el crimen organizado supone ahora mismo la cuarta parte de homicidios en el mundo, por lo que estuvo de acuerdo en que se necesita “una acción colectiva” para combatirlo.
A su vez, el secretario general, António Guterres, leyó un discurso en el que expuso las tres actividades criminales más lucrativas para el crimen transnacional: el tráfico de personas, el de armas y el de personas.
Guterres citó varios lugares del mundo donde la actividad criminal está causando estragos, entre ellos Haití, Somalia, Birmania o todo el Sahel, lugares en los que se produce precisamente una confluencia de varios tráficos ilícitos.
Wali subrayó además que las consecuencias del crimen transnacional van mucho más allá de lo que parece evidente, como en el caso de la Amazonía, región que se reparte entre varios países sudamericanos; allí -dijo- el tráfico de droga se superpone con la minería ilegal, y tiene graves consecuencias para las comunidades indígenas, además de que entorpece todos los esfuerzos por mitigar el cambio climático.