Nueva York, 1 sep (EFE).- Alejandro Davidovich, número 21 del mundo, se despidió este viernes del Abierto de Estados Unidos con una derrota dolorosa ante el estadounidense Tommy Paul tras un partido en el que, salvo el oasis del tercer set, casi nada le salió bien.
Paul (14), muy sólido y firme al otro lado de la red, se llevó el duelo por 6-1, 6-0, 3-6 y 6-3 en dos horas y 19 minutos.
Esta decepción para Davidovich, quien había alcanzado los octavos en este ‘grand slam’ en 2020 y 2022, deja a Carlos Alcaraz (1), vigente campeón, como único superviviente de la delegación española en Nueva York.
Esta es además la tercera derrota para Davidovich en tres enfrentamientos contra Paul, todos ellos este año, ya que también perdió frente a él en el Abierto de Australia y en el Masters 1.000 de Miami.
Paul parece haberse especializado en complicarle la vida a los españoles, puesto que también ha tenido partidos muy afilados contra Alcaraz (2-2 en su balance con el murciano).
Con todo ello, Davidovich afrontaba este viernes al mediodía una jornada en mayúsculas ante un tenista tremendamente peligroso y en un escenario perfecto: el Arthur Ashe Stadium, la pista central del ‘grande’ neoyorquino y además el recinto de tenis más grande del mundo (con capacidad para casi 24.000 espectadores).
El español llegó a este duelo con muy buenas sensaciones tras sus semifinales en el Masters 1.000 de Toronto y sus victorias rotundas en las dos primeras rondas de este ‘grand slam’ sin perder ni un solo set.
También parecía haber dejado atrás los problemas de espalda que le obligaron a retirarse en el Masters 1.000 de Cincinnati.
Sin embargo, desde el primer momento se vio que este no era el día de Davidovich.
Paul le rompió el servicio en su primer turno al saque del encuentro y solo tardó 27 minutos en cerrar la primera manga, no sin antes conseguir otro ‘break’.
Davidovich, abrumado y sin respuesta para el recital del estadounidense, tampoco encontró el antídoto en el segundo set y caminaba por la pista sin chispa para cambiar la dinámica del partido y acumulando sin parar errores no forzados.
Su cara era un poema y, con gestos de impotencia y frustración, buscaba la ayuda de su equipo en la grada, que le animaba sin parar para que diera “batalla en cada punto”.
Pero un Paul duro como una roca selló el segundo set sin conceder ni un solo juego y encaró la tercera manga tras solo 51 minutos de partido.
El paso por el vestuario entre sets le sentó de cine a Davidovich, que volvió a la pista transformado radicalmente y como si se hubiera quitado un descomunal peso de encima.
Creció su tenis, con golpes tan intensos y profundos como los de Paul, pero sobre todo pareció haber encontrado la confianza y la mentalidad adecuada para engancharse al encuentro antes de que fuera demasiado tarde.
Con un saque mucho más seguro y una renovada agresividad, Davidovich sorprendió al estadounidense, que quizá ya se veía con un triunfo por la vía más rápida, se puso con 1-4 y metió la directa para forzar la cuarta manga.
Las estadísticas del tercer set comparadas con los dos primeros eran como el día y la noche. Por ejemplo, Davidovich ganó el 37 % de sus puntos con el primer saque en la primera y en la segunda mangas, mientras que en la tercera se llevó el 82 %.
La remontada seguía siendo una gesta casi milagrosa pero ya no parecía una quimera y el malagueño, en una cuarta manga de fuerzas parejas, llegó a tener una bola de ‘break’ en el inicio de ese set.
Sin embargo, no pudo aprovecharla y Paul le rompió el saque para el 3-1, un zarpazo que resultó prácticamente definitivo y que puso el broche a la pesadilla de Davidovich.
David Villafranca