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Santa Ana (Canadá), 26 jul (EFE).- El papa Francisco puso a Nuestra Señora de Guadalupe como ejemplo de evangelización de los indígenas durante “el drama de la conquista”, en la homilía en la ceremonia que celebró en el lago de Santa Ana, en la provincia de Alberta, en Canadá, un lugar de peregrinación para los católicos y en especial para los pueblos originarios de este país.
“En este lugar bendito, donde reinan la armonía y la paz, te presentamos las disonancias de nuestra historia, los terribles efectos de la colonización, el dolor imborrable de tantas familias, abuelos y niños”, dijo Francisco en referencia a la marginación y abusos que sufrieron los pueblos nativos en Canadá, también por parte de la Iglesia católica.
Francisco viajó hasta este lugar en el día de la festividad de San Joaquín y Santa Ana, los padres de María y abuelos de Jesús, y donde se creó una primera misión de evangelización para los indígenas y que luego se convirtió en un importante lugar de peregrinación.
Por ello, pidió a las abuelas que ayuden a sanar las heridas que se han creado en estos años de marginación.
“Sí, porque las madres y las abuelas ayudan a sanar las heridas del corazón. Durante el drama de la conquista, fue Nuestra Señora de Guadalupe la que transmitió la recta fe a los indígenas, hablando su lengua y vistiendo sus trajes, sin violencia y sin imposiciones”, señaló el papa.
Aunque Francisco ha asumido y pedido perdón por el mal que hicieron muchos hombres de Iglesia durante la colonización del Continente americano, hoy también destacó el bien que hicieron muchos misioneros.
” Y, poco después, con la llegada de la imprenta, se publicaron las primeras gramáticas y catecismos en lenguas indígenas. ¡Cuánto bien han hecho en este sentido los misioneros auténticamente evangelizadores para preservar en muchas partes del mundo las lenguas y las culturas autóctonas!”
Y explicó que “en Canadá, esta “inculturación materna” que se realizó por obra de santa Ana, unió la belleza de las tradiciones indígenas y de la fe, y las plasmó con la sabiduría de una abuela, que es dos veces mamá. También la Iglesia es mujer, es madre”, destacó.
Y lamentó que “parte de la herencia dolorosa que estamos afrontando nace de haber impedido a las abuelas indígenas transmitir la fe en su lengua y en su cultura. Esta pérdida es ciertamente una tragedia”.
Según describe la Iglesia mexicana, el 12 de diciembre de 1531 en México, un indígena llamado Juan Diego, al llegar junto al cerro llamado Tepeyac, escuchó una voz que lo llamaba por su nombre y al subir “admiró de una mujer vestida de sol” que lo llamó.
La mañana de ese mismo día tuvo lugar el solsticio de invierno, que para las culturas prehispánicas era el día más importante en su calendario religioso, era el día en que el Sol vence a las tinieblas y surge victorioso.
Un estudio divulgado en la página oficial del Santuario de Santa María de Guadalupe estableció que la Virgen “quiso mostrarse a los antiguos pueblos indígenas con un atuendo lleno de símbolos, como un código, para que los habitantes de estas tierras lo pudieran entender fácilmente”.
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