Toronto (Canadá), 16 abr (EFE).- Gracias al esfuerzo de un pequeño grupo de académicos y familiares de combatientes canadienses en la Guerra Civil española, el conflicto se resiste a desaparecer en Canadá con la reciente creación de una cátedra sobre su historia y del Museo Virtual de la Guerra Civil, también con sede en el país norteamericano.
El pasado 11 de abril, Adrian Shubert, profesor emérito de la Universidad de York y el principal hispanista de Canadá, pronunció un discurso en el centenario Club de Letras y Artes de Toronto sobre los “Mac-Paps”, los voluntarios canadienses que en 1937 acudieron a la ayuda de la República durante la Guerra Civil española.
Shubert, ayudado de una presentación audiovisual con imágenes de la época, explicó que los canadienses fueron el segundo contingente más numeroso de las Brigadas Internacionales, que de los alrededor de 1.500 que fueron a luchar contra el fascismo sólo la mitad regresaron y que a su vuelta a Canadá fueron ignorados, e incluso perseguidos, por el Estado canadiense.
Entre el público, algunos conocían la historia de los integrantes del Batallón Mackenzie-Papineau, los Mac-Paps, como se denominó el contingente canadiense integrado en las Brigadas Internacionales. Un puñado tenía incluso conexiones familiares con combatientes. Pero muchos otros admitían su total desconocimiento sobre la participación canadiense en la Guerra Civil española.
LUCHA CONTRA EL OLVIDO
Shubert y el granadino Antonio Cazorla Sánchez, doctor en Historia y profesor de la Universidad Trent (Canadá), llevan años trabajando para que los Mac-Paps y el conflicto civil español no se olviden.
Los dos fundaron en septiembre de 2022 el primer museo del mundo sobre el conflicto, el Museo Virtual de la Guerra Civil Española (vscw.ca), con la ayuda de las universidades de York y Trent, así como de una beca de 25.000 dólares del Gobierno canadiense y de una pequeña contribución de las autoridades españolas.
Cazorla y Shubert expresan a Efe su satisfacción por los resultados que el museo virtual está teniendo a pesar de que funciona sólo con voluntarios y tiene medios muy reducidos.
Desde su lanzamiento, el museo ha recibido 44.000 visitantes individuales, procedentes de más de 75 países, y los dos académicos han sido contactados por centenares de personas que quieren contribuir al museo. “Hasta de la India”, exclama Cazorla.
El museo está en pleno proceso de ampliación y en los próximos meses añadirá nuevas galerías y materiales.
Pero los dos no pueden ocultar su preocupación por el futuro.
“Adrian se acaba de jubilar y yo soy el último hispanista que queda en Canadá. Hay un declive en los últimos años de profesores de Historia contemporánea española en Norteamérica”, explica Cazorla.
Los dos académicos han intentado que los distintos Gobiernos españoles financien cátedras de la Historia de España en Norteamérica pero sin éxito.
EL ÚLTIMO HISPANISTA
“Cuando un servidor se jubile en cinco años, y yo en cinco años me jubilo, se acabó. Aquí no hay quien enseñe la Historia de España, no hay quien forme nuevos estudiantes o doctores. Nada. Y eso es lamentable”, añade Cazorla.
El 30 de marzo, la Universidad de York anunció que había recibido una donación de un millón de dólares de Mackenzie-Papineau Memorial Fund, una asociación que agrupa a familiares de los combatientes canadienses, para crear una cátedra de historia de la Guerra Civil española y la contribución canadiense.
La asociación está presidida por Martin Paivio, hijo de Jules Paivio, el último superviviente de los Mac-Paps muerto en septiembre de 2013.
“El objetivo de la asociación es honrar la memoria de los Mac-Paps y las Brigadas Internacionales y su contribución a la defensa de la democracia en España”, dijo Martin Paivio a Efe.
Paivio explica que, cuando Shubert se retiró de York, los dos hablaron sobre el futuro y resultó obvio que la opción de financiar la cátedra en la universidad “era una gran oportunidad para asegurar que se va a seguir estudiando y discutiendo” la Guerra Civil española.
Shubert considera que, más que nunca, el estudio del conflicto español tiene sentido para los estudiantes canadienses.
“En un momento en que estamos viendo el auge de la extrema derecha en básicamente todo el mundo desarrollado, es importante recordar que en un momento análogo en los años 30 del siglo pasado había gente de todo el mundo, y sobre todo de este país, que entendió lo que estaba pasando e intentó hacer algo”, explicó.
El historiador y periodista Michael Petrou, autor del libro “Renegades: Canadian the Spanish Civil War”, se expresa en términos similares.
“Los voluntarios tenían la claridad moral que quizás el Gobierno canadiense del momento no tenía sobre el fascismo. Arriesgaron todo para hacer algo. Y creo que eso merece un reconocimiento”, declaró Petrou.